jueves, 16 de julio de 2009

Estoy mirando a tu esposa y qué...?


Hacia rato que la idea estaba dando vueltas. Algo habia leido por ahi y el asunto parecia estar en las antípodas de mis costumbres y de mis pensamientos. Aun asi ejercía sobre mi una atraccion extraña. Oculta pero dispuesta a ver la luz. Y no pensaba resistirme a saber mas. Hace unos años, mientras dirigia un programa de Canal 26 , habíamos tocado un tema apenas conocido y silenciado inutilmente. Fue apenas un sobrevuelo, una mirada veloz sobre una compleja práctica que requiere mas que un vistazo. En ese programa me habia sorprendido una pareja y una chica sola siendo entrevistados en una habitacion de un albergue transitorio . Al terminar la entrevista solo bastó una mirada entre ellos, que no se conocían, para dejar sellado un acuerdo del cual ninguno de los presentes se habia percatado.
Luego de la entrevista el equipo bajó y ellos se quedaron.
Concretaron lo que apenas una mirada sin palabras habia arreglado delante de nosotros sin haberlo notado. Esa fue mi primer acercamiento al tema de los swingers. Pero...¿cómo era el mecanismo de infinitas posibilidades que permite que aquello que crees tuyo puedas compartirlo intimamente y de una manera que algunos considerarian enferma?. Como es permitir que otra piel, otros fluidos, rocen, toquen, penetren a tu mujer o a tu marido. Y todo eso aceptándolo, gozándolo, devolviéndolo. Como volver a mirar a los ojos de tu mujer amada luego que un extraño la besó y le arranco un orgasmo?
¿Como besarla despues que tu mujer se llevo el pene de un extraño a la boca..?
Es posible convivir asi, en esta marea de placeres que parecen no respetar libretas matrimoniales, compromisos ni tradiciones?
(la de la foto es una autentica Swinger)
Continuará...

1 comentario:

dulce dijo...

Sobre el placer, el dolor, y el bienestar no hay nada escrito. Menos esperes valores sólidos cuando ellos son producto de las conveniencias sociales. Lo que a uno disgusta y le deja mal sabor de boca (quizás literalmente luego de imaginar la boquita traviesa de su mujer), a otros les arranca placeres insospechados.