miércoles, 2 de junio de 2010

De hombre a fueye

Reconozco que lo busqué con pocas esperanzas. Su show iba terminando y yo seguía conmovido por la presencia de un artista que veía por primera vez.
Desde el escenario Rubén Juárez cantaba con pasión un tango que es un ícono en su vida, que lo relata, que lo desnuda.
Se trataba de Mi Bandoneón y yo.
Sabía que tenía que esperar su salida. El hotel de Retiro donde cantaba tenía un teatro no muy grande, conocía perfectamente la salida y allí me pararía. No me iba a ir sin la nota. Media hora después hacía su aparición. Me adelanté un paso y simplemente dije unas palabras que luego sabría serian mágicas.
-Hola Rubén, soy un periodista de Bariloche y quisiera hablar con usted….
El tipo se detuvo, me miro de arriba a abajo y sin disimulo le dijo a sus acompañantes… Espérenme que me voy a hablar con este pibe…que es de Bariloche, agregó sonriendo.
Así nomas, sin más explicaciones, solo diciendo…soy de Bariloche. Me sentí un periodista con valor agregado.
Por esos días estaba detrás de una serie de notas con grandes próceres del tango. Esa estadía en Buenos Aires sería para intentar llegar a Alfredo de Angelis, a Horacio Ferrer y a Virgilio Expósito. A todos llegué finalmente con la frase mágica…”soy un periodista de Bariloche” .
Las notas en cuestión serían para Radio Limay, aquel medio maravilloso que dirigia Tato Contissa. Y si bien yo me iniciaba en esto del tango, yo no era del palo, no sabía si me sería posible caerles bien. No imaginaria jamás que todo resultaría tan fácil, estaba a punto de conocer personas que siendo leyendas, eran humildes y abiertas.
Rubén Juárez no era la excepción. Aún conmovido por la actuación, no dejaba de mirarlo. Me sorprendía ese trato que a lo largo de la charla fue en progreso. Como si el tipo te conociera del barrio, esa cosa de “gomía” que uno hace mucho que no ve. Todo se desarrolló en una amigable e inolvidable conversación. Nos sentamos en un sillón del lobby del Sheraton y prendí el grabador apurado ya que hablaba rápido y parecía que tenía mucho para contar. El relato de esa entrevista tal vez no sea importante; solo diré que sus inicios, Los Beatles, Julio Sosa y Leopoldo Federico, Caño 14 , el bandoneón y Pichuco entre otros recuerdos, transcurrían en un narración de imágenes que parecían estar sucediendo allí.
Lo importante fue que estaba en presencia de uno de los intérpretes mas grandes del tango actual, aquel que me había emocionado con Tres amigos, esa historia que parecía ser la suya, o Tinta Roja…"Veredas que yo pise, malevos que ya no son, bajo tu cielo de raso, trasnocha un pedazo de mi corazón…" Aquel que podía cantar y tocar el bandoneón al mismo tiempo, cosa muy difícil, dicen.
Cuánto habrá trasnochado el corazón de Rubén Juárez desde su debut en aquel mítico Caño 14, solo tenía 22 años para vivir el momento mágico de conocer a Anibal Troilo y entrar en un mundo que sería suyo hasta su ultimo día. La charla duró una hora. Impensada sorpresa me dio este hombre amable, sencillo, talentoso, compartiendo una hora de recuerdos y preguntándome por Bariloche. Me despedí de él con la sensación de que el barrio estuvo allí, haber caminado alguna calle con amores escondidos en un portón, de perros ladrándole a la luna y tambien de gomias que trasnochan una charla sin tiempo, sin apuro. Para el final me dejó su canción mas querida...Mi bandoneón y yo, y según él cada una de sus palabras serán para siempre las que lo describan mejor.

A veces se me hace que nació conmigo
y durmió en mi cuna pegao a mis pies.
Que fue mi juguete y mi perro de pibe
y toda la infancia la corrí con él.
Que anduvimos juntos, atorro y milonga,
desde mi bohemia, cigarro y café.
Y a veces rodamos maneaos por el suelo
y nos levantamos con la misma fe.
Mi bandoneón y yo crecimos juntos,
emparentaos, tal vez, por la pobreza...
Muchas veces reímos de alegría
y otras veces, lloramos de tristeza.
Yo le hablo de hombre a fueye, mano a mano.
Lo mismo que si hablara con la vieja.
Y cuando él me responde, se me antoja
que Buenos Aires mismo me contesta.
Sí, hermano, como siempre
con vos hasta que muera...
Si yo a mi bandoneón lo llevo puesto
como un cacho de tango entre las venas.
Y está de Dios que al dar mi último aliento,
moriremos a un tiempo... mi bandoneón y yo


Y habrá sido así, hoy Rubén Juárez se fue… y a un mismo tiempo su bandoneón, seguro se fue con él.


Publicado en : http://www.bariloche2000.com/comentarios/columnistas/49792-de-hombre-a-fueye.html

2 comentarios:

Lirium*Lilia dijo...

Hermoso homenaje... qué lindo recuerdo, inolvidable...
No pude nunca disfrutarlo en vivo, pero se notaba, llegaba a uno a través de la tele o videos que era una buena persona... tanta pasión, tanto arte, todo un talento...
Un abrazo.

Ana dijo...

Las huellas que nos dejan, que dejamos. Me gustó tu post, el enfoque, el clima, lo que te pasó a vos con él. Y haber puesto la letra de una canción que para él era muy significativa.
Un homenaje desde tu experiencia.

Bs.