Sin duda la sociedad en la que vivimos
no es la misma de hace 8 años. Nos hemos politizado mucho en comparación de
aquellos tiempos donde nuestras ausencias hacían que los políticos de entonces gozaran de la
impunidad para hacer cualquier cosa en su beneficio. El voto no era
suficiente. No intentábamos cambiar
nada. No militábamos, no creíamos en ello. Hoy, gran parte de la sociedad se
informa mas que antes y también participa. Algunos que jamás salían de sus casas
en los 90, hoy concurren a marchas y se manifiestan con total naturalidad.
Vivimos una época donde despertamos a la
política que ya no está tan mal vista, aunque siempre habrá políticos
cuestionados.
Entre todos los participantes de esta sociedad, el militante es
sin duda un optimista.
Alguien que intenta con su labor generar un cambio,
alguien que siempre esperará que las cosas mejoren y actúa para ello. Frente a
el estará el escéptico, el pesimista, el que habiendo asistido a varios fracasos
en la Argentina de siempre, cree que nada cambiará. Repetirá consignas iguales
a las de años atrás. Hablará del hambre
y villas, jamás habiendo pisado una, cuestionará la salud en hospitales aunque
tenga Medicus. No reconocerá jamás las mejoras en este sentido.
Su postura será la de un sabedor profesional,
a él nada lo engaña porque él en nada cree.
Y entonces vive en un país sin
remedio, inimputable de cualquier actitud, culpando a los demás del fracaso, sin hacer nada para cambiar algo. Para qué,
si siempre será igual, pensará.
Por todo esta inacción, se termina
volviendo cómplice del fracaso que cuestiona.
Este eterno fracaso se ve en mucha gente. De ellos nada puede esperarse,
no acompañaran ninguna causa importante,
ninguna tendrá sentido ni posibilidades de éxito. Cada una de sus
insatisfacciones tendrá origen en otros.
Ya sea
el gobierno de turno, el destino o quien sea.
Vivirán una vida fugaz,
sin compromisos, sin amor verdadero y sin amigos reales. No nació ni para héroe
ni para sentir pasión. Nada debemos esperar de él. Sera finalmente un
solitario, aburrido y resignado ser oscuro.
Y entonces como una profecía autocumplida,
aquellos que siempre creyeron en el fracaso como única opción, transformaran ese pensamiento en el resultado final
de su propia vida..
Serán aquello que cuestionaron.
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