Por estos días uno de los debates que se plantea en el país es el de la prostitución
y la trata. Luego del fallo sobre el caso Marita Veron, la sociedad esta muy
sensibilizada con el tema.
Si bien no conozco a nadie que esté a favor de la trata, salvo jueces, gobernadores y policías, creo que algunas cosas se confunden.
A efectos de evitar la trata, algunas campañas están en acción y su slogan es…“sin clientes no hay trata”…
Si bien no conozco a nadie que esté a favor de la trata, salvo jueces, gobernadores y policías, creo que algunas cosas se confunden.
A efectos de evitar la trata, algunas campañas están en acción y su slogan es…“sin clientes no hay trata”…
Lo cual haría concluir que cada tipo que desea pasar un
rato con una chica rentada, es cómplice de la trata de mujeres. Sorprende que este concepto no se
reformule. Estoy convencido que no todas las prostitutas son secuestradas, ni
tienen su libertad inhibida. Es mas, creo que hay una amplia franja de
trabajadoras sexuales que se ven afectadas por estas campañas. La asociación que
las reúne, AMAR, lejos está de aceptar la trata y si de la libertad de realizar
un trabajo sexual de la manera mas digna posible.
¿Pero porque una chica decide, de propia voluntad
dedicarse al negocio de la carne? Tal vez esta historia, que podría ser la de
miles, pudiera ser una respuesta.
Ayer conocí a Cecilia, joven y bonita. La vi con un jean
y botas, pero con una musculosa bastante
inútil para sostener dos lolas
bien naturales y rebeldes que pugnaban
por salir. Su cara era la de una ex alumna de algún colegio de Adrogue o de
Martinez, y sus modos no desentonaban. La persona con la quien venía era un
oriundo de Neuquén con ganas de
divertirse. Con el simple trabajo de ser “hijo de” tenía el dinero suficiente
para abonar $500 para entrar a un cabaret de Recoleta, pagar dos copas y así
poder acceder a pasar una hora con Cecilia. Cuanto le cobraría Cecilia?...estaría
siendo seguida por algún cafiolo, fue forzada a acompañar al neuquino? Al bajar
del taxi, nada parecía sospechoso. Ella bajó con toda tranquilidad y lo siguió hasta
el cuarto. La piba impresionaba un poco, no parecía nada de lo imaginado. Es mas,
podría ser tranquilamente una novia.
El neuquino y Cecilia estuvieron algo mas de una hora
juntos.
Al irse, me saludo con una sonrisa y reconozco que
algunos ratones salieron a corretear detrás de ella.
Mas tarde el neuquino apareció para mostrar unas
pintorescas fotos del encuentro y ahí vi que la belleza de Cecilia era extrema.
Y también sus honorarios.
Para entrar en complicidad con el le halague su adquisición…”muy linda la chica”
le dije. Me sonrió y me relato algunas particularidades. Y los
mitos de siempre…”Le caí bien, me pidió mi teléfono, pegué onda, la próxima no
me cobra”…y esas cosas de alguien que parece no tener mucha experiencia en estos
arreglos comerciales. El pibe estaba contento.
Y creo que Cecilia lo estaría mas.
Con una tarifa de $1500 la hora, cualquiera podría estar contenta.
Y creo que Cecilia lo estaría mas.
Con una tarifa de $1500 la hora, cualquiera podría estar contenta.
No es muy difícil saber porque algunas eligen este
camino. No parece ser una decisión que cueste de entender. Cecilia entro con su cliente al
hotel y se fue sola, con los 1500 mangos en la cartera, caminando hacia
Ayacucho en busca de un taxi. Nadie la espero y no parecía asustada. Tal vez esta
sea su vida por algunos años, y luego ya verá. Ni su cliente esta convalidando la trata, ni Cecilia parecía una
capturada.
Dividir bien estas historias, separarlas de lo que es
trata es importante. Detrás de esta actividad hay gente que considera esto un
trabajo. Que debería ser mas digno, mas cuidado y reglamentado. Poder ir a a la
Afip y anotarse como prostituta sin que eso sea algo cuestionado. Y que paguen ganancias,
si cabe.
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