Hace días veo por ahí una frase atribuida a Shakespeare donde afirma que el es feliz porque no espera nada. El resto de la sentencia parecen contradicciones. Esto anuncia ser la llave, el secreto que andamos buscando desde el inicio de la humanidad. El tipo tiene la respuesta, aunque algo simple si la comparamos con Aristoteles que planteaba que alcanzar la virtud era necesario para ello.
O Epicuro que sostenía que la felicidad se reducía al placer y la ausencia de dolor.
Lo importante para ser feliz, en el budismo, es lo que llaman “tener conciencia”. Para alcanzar la vida feliz y la sabiduría es fundamental estar conscientes, lo cual significa acordarnos de nosotros mismos.
Spìnoza afirmaba que la clave de la felicidad está en dar con aquello que me hace crecer, y evitar aquello otro que me empequeñece.
Y así la historia de la filosofía esta llena de opiniones, tal vez con mas preguntas que respuestas.
Pero para Shakespeare, si ciertamente el pronunció esa frase, la felicidad esta en no esperar nada de nadie.
Plantea cruel y simplemente, el fin de la esperanza.
Y no es difícil saber adonde nos lleva eso.
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