miércoles, 25 de junio de 2014

Mundial y Buitres

Tal vez no tenemos la suficiente inteligencia para notarlo...o tal vez el fútbol nos vuelve algo tontos...entonces los símbolos se confunden, se usan para algo que no deberían usarse. La bandera, símbolo de una Nación, hoy solo sirve para alentar 11 muertos de hambre. Y no nos damos cuenta de unos tipos, sin tanto hambre,que pretenden quedarse con nuestro futuro. Pero no lo notamos, porque somos necios. Y entonces la bandera complica mas las cosas, se desenvuelve en un mundial y alienta un equipo, pero està ausente cuando un pais en riesgo necesita cerrar filas cobijados por ella.

martes, 3 de junio de 2014

El rubiecito del 318

La primera vez lo vi fue en un 318 de Temperley a Lomas. 
Agarrado a un manojo de tarjetitas jugaba con un amiguito de su misma edad. El colectivo venia algo vacio, había asientos, aun así encaró a una chica que venía parada invitándola a sentarse. Su voz gruesa para la edad dijo: 
-Seño, acá tiene un asiento..quiere sentarse?. 
Agradecida la dama declinó la invitación y el siguió con sus cosas. No iba vendiendo algo, solo viajaba. Que edad tendrá, le pregunte a mi hija Sol que iba conmigo...
-7... ...9..?
-Tal vez....
No levantaba mas de 1,5m del suelo, bien vestido, sus ojos azules y pelito rubio no lo hacían el pibe típico de la calle, al menos de estas calles del sur. Sus labios gruesos dejaban escapar una voz clara y grave. Cuando bajamos en Lomas se despidió del amigo que lo acompañaba entregándole un manojo de tarjetitas que llevaba. Como un jefe responsable se las dio como esperando buenos resultados de la mercadería. El otro se dirigió a la estación , el tren seria su destino y el rubio se quedo en el 318.
-Es amigos de Lucas me dijo Sol. No me extrañó, Lucas, mi hijo, suele hacerse amigo de cuanta persona de la calle anda por ahi. Trapitos, malabaristas de semáforo, limpiavidrios, nadie se salva.

Pero este rubiecito parecía ser un chico de la calle diferente. Lo vi irse en el 318 y me imaginé que ese no seria el único encuentro.
El tren hoy se apiadaba de nosotros. Los vagones casi siempre revueltos caóticos de vendedores, sucios, olorosos e incómodos esta vez lo eran todo menos la cuestión del apretuje.
 Había algo mas de lugar que permitía la expresión de un joven cantante que a capella entonaba con fuerza una canción que yo desconocía. Lo vi llegar entre los pasajeros y me encontré con el rubio del 318. Esta vez solito, se animaba a una bonita pagina de moda, seguramente. Iba como una lombriz abriéndose camino entre las piernas del pasaje sin aflojarle ni un poquito a la entonación. 
Cuando creyó que ya estaba bien, agradeció la atención y claramente requirió una ayudita que también agradeció. Ligó de una sola persona $2. Un valor que de ser único no seria nada, pero que dejaba intuir que esa simpatía musical y ese acierto en la elección del repertorio traería por repetición, buenos resultados. Quise buscar una moneda, pero rápidamente se perdió entre la muchedumbre. 
Eran las 21hs. Ya era hora de irse a su casa, pensé.
Esa noche, sin escalas, tenia una cena con unos amigos. Una de esas pizzerias en Lomas que la van de finas con precios del Principado de Monaco .
Eran las 23 hs. Y entonces apareció.
Los ojos bien abiertos y las manos repletas de flores.
Ramos minúsculos pero algo tentadores.
Recorrio algunas mesas y en la de atrás nuestro perdió toda su producción floral. Las chicas que la ocupaban se conmovieron de un rubiecito que saludó a una por una con ¡un beso en la mano! y luego les ofrecio el ramito.
Que podía pasar. Quebró stock, el pibito.
Todas las flores quedaron en las manos de las chicas y el se quedó un ratito con ellas conversando vaya a saber de qué, pero lo imagino. Cuando se dio cuenta que ya había pasado bastante tiempo de inactividad, se acercó a otra mesa, donde había escondido una bolsa, y arremetió con sus productos incluidos en el plan B. Tarjetas de navidad no solo musicales sino con luz..
Y nosotros seguíamos en su recorrido. 
Al acercarse cumplió el rito del besamanos, a los varones solo nos saludó, y empezó a mostrar su musical producto. 
Ya con algunos pesos en la mano cada uno, Corina y yo esperábamos dárselos a cambio de nada. Solo por la canción que había escuchado en el tren y por la cual no había podido darle nada.
Nos miro con desagrado.....se tomo su tiempo y nos volvió a mirar a cada uno y lamentándose y rechazando el dinero  nos dijo....
No...yo quiero vender....no quiero plata...
-Pero te estamos dando por la canción que cantaste en le tren, me contaron que cantas, le dijo Corina.
-Yo quiero vender, repitió lamentándose....
-Bueno, te compramos una tarjeta  y te quedas con el vuelto, asi esta bien?  Dijo Corina
-Si, asi si.
Elegimos una, y luego de preguntarnos si el bebe de la mesa era varón, y claramente era una nena, lo vimos irse a una mesa donde un levante en progreso era evidente. No solo les vendió tarjetas navideñas, sino que se les sentó en la mesa y se quedo un ratito. Y después otra y otra, y otra, y la mano que besa y la sonrisa que deja y la tarjetita que vende...
Y asi la noche, en su infatigable devenir, acompaño los pasos del rubiecito del 318, tal vez hasta que ya nada le quede por vender, o hasta que su niñez entradora y conmovedora deje paso a una madurez que llegará mucho tiempo antes de que se les acabe los ramitos y las tarjetas.

En la foto...Calle  Laprida, el rubiecito del 318 hoy, con sofisticado equipo de audio y pistas perfectas para acompañar su repertorio...Cuanto tendrá ...12 años?