miércoles, 28 de marzo de 2007

No insistas, da ocupado.


Ratzinger, ni de casualidad te perdono...!

Te invito a un asado

Se viene el Viernes Santo, una jornada que impone una reflexión, un recogimiento y discreción en algunas de nuestras rutinas. Algunos lo esperan alegres solo viendo en el un feriado.
Y está bien. No hay porqué generalizar por obligación un sentimiento cuando uno no tiene la misma fe.
A otros, sabiendo muy poco del asunto, los asalta el misticismo y por ese día creen que siguen las normas impuestas por el catolicismo con una única obligación: comer pescado.
Nada de ser mas buenos, decir la verdad, respetar al prójimo. No, solo les alcanza con comer pescado.
Entonces se van al negocio del ramo, hacen la larga cola, pagan un precio satelital y se van a su casa felices. Luego lo almuerzan o lo cenan e instantáneamente un halo de santidad atraviesa la casa consiguiendo la paz con su alma y con Dios.
Cuanta tontería, cuanta oveja llevada de la nariz, cuanto conocimiento falso que le viene perfecto a una parte del comercio.
¿Porque hay que comer pescado? ¿Eh?
¿Alguien alguna vez se tomó la molestia de dudar sobre esta costumbre?
Acaso porque Jesús multiplico los pescados alguna vez, entonces por proximidad debemos comer pescado el día de su muerte. Acaso porque la carne de vaca es muy parecida a la carne humana y como los pescados tienen escamas…….poco se parecerá a comerse a Jesús.
¿Que hace que una vecina aburrida se desespere por conseguir una receta, luego vaya a pelear en la pescadería por un lugar en la cola, pague de mas algo que días antes lo paga de menos y luego, cuando satisfecha pone la bandeja sobre la mesa con la merluza o similar, se sienta completa en su espíritu?
¿Un pescado de río también logra esto, o es mas efectivo el de mar?
¿Un marisco es apto para lograr la salvación?
A ver, analicemos. Porqué ese día es particular.
Y se imaginan que no soy un experto, apenas alguien que se pregunta cosas.
Volviendo…ese día murió Jesús, ¿cierto?
Debería ser de una moderada tristeza ya que sabemos que el muchacho no se muere para siempre sino que resucita al 3 día, o eso nos dijeron.
Pero bueno, embebidos en las imágenes del Jesús de Mel Gibson intuimos que el pobre debe haber sufrido bastante.
Entonces, deberíamos creer que ese día convendría ser de calma, de variar un poco una rutina de joda y estar algo recoletos por el asunto.
Y eso que implica…. ¡implica un sacrificio!
Hacer algo que nos cueste un poco para acompañar el dolor que sintió Jesús al morir. No introducirnos una aguja, ni flagelarnos como el cura de Camila ante el deseo. ¡No!
Implica no hacer ese día aquello que hacemos siempre y que el no hacerlo signifique un sacrificio.
Entonces, si los viernes salís a derrapar saturado de alcohol como un imbecil, ese día no lo hagas.
Si te gusta reunirte a ver un dvd de Jenna Jameson rodeado de una gigante de jamón y morrones con 3 cervezas y 2 gatos, ese día no lo hagas.
Si te gusta fumar, que simple, ¿no?, ese día no recibas ese esperado envío de Jamaica.
Dónde dice que hay que comer pescado, en que parte de la Biblia o en que resolución, encíclica o discurso papal, sacerdotal, o monjil dice que es obligatorio comer pescado. ¿Eh?
Y que se entienda que no sostengo una campaña por la defensa de los peces que ese día deberían irse mas abajo y cagarse de risa de los pescadores, sino sostengo una campaña a favor del fin de la era de la boludez en este tema
En Argentina comemos carne, mucha carne, entonces ese día de recogimiento no comas carne, hace un sacrificio, ahora ¿quien fue el brillante empresario pescaderil que nos hizo creer que hay que comer lo que precisamente él vende… no se.
Entiendan, amigas vecinas gordas de vereda y ruleros que se desesperan en estas fechas por un gatuzo.
Entiendan aspirantes a santas o santos castos que juntan las monedas para pagar unos kilos de merluza carísimos confiados en que Dios desde arriba los aplaude.
Entiendan salames varios que creen cualquier tontería sin permitirse dudar un poquito de lo que le hicieron creer a sus abuelos dormidos a sus padres lelos y a Uds. modernos giles cibernéticos.
Porque este mito, éste engaño lo creen todos, sin distinción de ninguna índole.
Salvo otros, que se permiten dudar.
Y son los que terminaran pudriendo las estructuras erradas este país.
Porque no dudamos, no mejoramos.
Me voy por un chinchulín.

Unas Palabras...

Cuando la distancia nos acerque y los susurros nos callen,
cuando una mirada persista y una palabra se explaye,
encontraremos el momento de entrelazar nuestros mundos,
y detallarnos de lo mas mínimo a lo mas profundo.
Para transmutarnos,
para "reciclarnos",
confiándonos los secretos mejor guardados;
tal vez evadiendo otros encuentros,
confluyendo en un oleaje de palabras que nos incitan al dialogo
y a concluirnos, agazapados,
junto a un café, una taza de té,
una Coca Light y unos tostados.
Un espacio y nuestro encuentro...
al caer la tarde,
culminando.
Erica V. Huryk.

martes, 27 de marzo de 2007

¡¡¡JODETE!!!

¡¡¡JODETE!!! es una seccion merecida, es un grito de justicia dirigido a quienes vienen a nuestro hombro a llorar aquellas cosas que uno les ha anticipado y que se las han pasado por el 5º forro de las pelotas. Y despues, cuando el asunto es un incendio llegan a nosotros para que los contengamos y obtener abrazos y palabras que los haga sentir mejores. ¿Es que acaso no han sabido usar la inteligencia para preveer lo que ocurriria? Uno de afuera lo ha visto y ellos/as ciegos y sordos han esperado hasta el final para arrepentirse.
Basta de consolar a imbeciles que nunca han hecho nada para evitar males mayores, a todos ellos va dedicada esta seccion. Aprovecha y cuelga aqui algunos de esos personajes, perdedores eternos y dedicales un soberbio ¡¡¡JODETE!!!


¡¡¡JODETE!!!!


Gabriela es enfermera. Tiene 40 años y parece de menos. Tiene un hijo de un matrimonio anterior y desde hace un año vive con una nueva pareja, Rogelio de 43. No se sabe de que trabaja.
El hijo de Gabriela se llama Luis y tiene algo así como 12 años.
Luis quiere a su madre, a veces cuando ella abraza a su marido, al niño los celos lo atacan. Como todo chico de 12 el ver que su mamá se acerca a un extraño, lógicamente, lo pone algo mal.
Pero cuando Gabriela abraza a su hijo la escena se repite. Ahora Rogelio, tremendo pelotudo profesional es el que se pone a caminar nervioso alrededor de la escena, experimentando celos que no puede y no quiere ocultar. El tipo no para hasta que Gabriela se separa de Luis. Estamos ante un tipo grande, celoso de un chico de 12 años, que además ¡es el hijo de su mujer!.
Si hoy Rogelio se comporta así, ¿no es esto indicio suficiente de qué es lo que le espera a Gabriela cuando quiera dejarlo si esto se le ocurre alguna vez. ?
¿Podrá Gabriela abandonar a su marido sin tener que padecer todo lo peor que un obsesivo enfermo puede expresar?
¿No es cantado lo que le pasará a Gabriela, lo que tendrá que padecer cuando tome alguna decisión de la que no esté de acuerdo Rogelio?
¿Puede un tipo de 43 años competir con un nene de 12?
Entonces, si no podes ver al enfermo que tenés al lado……cuando TE CAGUE BIEN A PALOS Y TE HAGA LA VIDA MISERABLE...

¡¡¡¡JODETE!!!!

lunes, 26 de marzo de 2007

Susana R.


.
Por aquellos años yo estudiaba turismo. Entre las alumnas había una morocha con rasgos bien del norte. Y este comentario lo hago solo para que se pueda notar la sorpresa que me dio cuando me entere que esa chica callada y muy bonita era la hija de Edmundo Rivero.
No se parecía en nada. Inútilmente le miraba las manos y nada, la observaba de cerca y nada, no podía encontrar para nada el parecido. Además adoptaba todo el tiempo una actitud lejana y solitaria.
El resto de la clase no sabía bien que pensar de ella, y cuando se corrió el rumor de su padre famoso, el mismo no ayudo tampoco a que nos acercáramos naturalmente como lo hacia el resto del grupo entre si.
No había caso, Susana era una chica especial. Parecía no pertenecer y no le importaba quedar afuera. Tampoco le veíamos muy entusiasmada con las clases aunque cada vez que se decidía a opinar hacíamos un silencio para al menos intentar conocer de esa forma a nuestra callada compañera.
Por alguna causa que desconozco nos fuimos acercando. De a poco nos fuimos conociendo aunque ella jamás me permitió entrar plenamente en su vida. Tal vez una decisión o tal vez el poco tiempo que transcurrió de nuestra amistad. Aun así compartimos salidas a bares de Belgrano, algunas visitas a su casa y muy poco de la carrera que cursábamos.
Así fui conociendo a la hija del cantor, una chica adoptada que parecía triste e incomoda en una casa que debía ser la suya.
Susana cantaba, lo hacia bien. También era muy inteligente y muchas veces reservada. Lo poco que supe de su vida no me fue necesario imaginarlo. Ella misma me lo contó. Una infancia muy querida por Leonel, así había que llamarlo por teléfono a su papa famoso, pero no parecía tan feliz con el resto de la familia.
Un día, después de una jarra de clericó que me retó a terminar, me dijo..."el día que mi papa se muera, yo me mato...”
Quede sorprendido. No parecía acorde el comentario con esa chica fuerte, de personalidad firme que estaba conociendo.
Entonces la note triste y débil, tal vez dolida por algo o adivinando que esa felicidad al lado de su padre podría desaparecer simplemente.
La charla siguió largo rato sobre el tema. La jara de clericó se terminó y cada uno se fue por su lado. Susana a una fiesta y yo a mi casa.
Un enero el padre de Susana murió. Yo pensé inmediatamente en esa charla que habíamos tenido. Pero me despreocupe. Susana no sería capaz.
Paso largo rato hasta que supe algo de ella. Fue en el tren, llegando a Lomas cuando un hombre abrió Crónica y allí estaba el titular.
Susana Rivero se había suicidado.
Me paralicé. Comencé a recordar todo lo que habíamos conversado y todo lo que dejamos para después, tantas cosas que no nos dijimos y cuantas se dijeron que no supe darle el valor que tenían. Donde había quedado el deseo de cantar de Susana, de viajar y de hacer tantas cosas que proyectaba en aquellas mesas de Belgrano.
Fui a su velorio. Tal vez porque no lo creía. Tal vez porque la muerte debió esquivarla y sin embargo supo como encontrarla. Atada a una promesa en aquel bar..."si mi papa se muere........"
Tiempo después me encontré con una de sus mejores amigas. Y ella me contó.
Fue en una fiesta. Susana sentada en un sillón, y de pronto como sonámbula se levanto y encaro para el balcón. Levanto una pierna, luego la otra y después, sin que nadie pudiera reaccionar, saltó.
Solo un piso.
Un primer piso y fue suficiente.
Esta historia final de Susana tal vez tenga imprecisiones. Quizás no importe. Lo único que tal vez importe es el dolor de una chica que a la muerte del gran cantor se sintió abandonada de padre, tal vez se creyó indefensa, ya no tan querida, sola en su propio hogar. Tal vez quiso volver a verlo cantar o abrazarse a el allá arriba.
Por Susana conocí a Edmundo, y sí era un gran tipo.
Y la quería mucho.

Dios en Las Vegas



La tarde estaba rozagante de colores y pájaros. El momento ideal para encontrarse con uno mismo en una conversación o en un silencio.
Al poco tiempo de llegar a la quinta de Canning comencé a sentir una extraña percepción. Como si ese día, tan común, fuera a convertirse en algo especial.
Aun no tenia ni idea de lo que pasaría luego. Tal vez sería ese el encuentro más maravilloso que todo ser humano puede desear.
El parque estaba recién cortado, los árboles daban la sombra justa dejando filtrar apenas rayos de un sol que nos acompañaría toda la tarde. Una mesa servida con facturas y otras cosas esperaba la hora de la merienda. Desde la pileta llegaban los murmullos de las chicas con sus hijos entrando de cabeza al agua.
Me pareció interesante recorrer la quinta, observar sus árboles, escuchar sus sonidos...hasta que de pronto...
-Shh, ¡ey...!
Miré para todos lados, no se veía nada. Los árboles, los pájaros, nada mas.
Pero de nuevo...
-Ey, ¡bolú!
Ya no me estaba gustando nada, ¿quien me llamaba así?
Nadie, nadie me llamaba porque no veía a nadie. Y de pronto, como un sonido lejano que comienza a amplificarse, comencé a escuchar una música de campanas, violines, tonetes, toc tocs y otros instrumentos unidos maravillosamente en una celestial melodía que acompañó la impresionante aparición desde atrás de un árbol de un pibe que no conocía.
A la mierda, que producción...pensé.
¿Pero quien era este colado?
-¿Me reconocéis...? me dijo mirándome mansamente.
El sujeto en cuestión apenas vestía una túnica confeccionada con una toalla vieja y andaba en unas ojotas de diferentes colores, ¿tendrá calzoncillo?, pensé.
Sin bajar la vista, acotó.
-He venido desde muy lejos solo para conversar contigo, no te asustes, deja ese tronco que empuñas en el suelo y no te me abalances....ey...pará pibe...larga la piedra...dale flaco...larga la piedrita que no te voy a hacer nada....no ves quien soy.....suelta el tenedor....boludo... no veis que… ¡SOY JESUS!
Quéee, ¿Jesús?.... ¿y este demente como se escapó del Borda? me dije a punto de marcar el 911.
Pero mirándolo bien y luego de que recibió algún que otro piedrazo, noté que su cara me parecía familiar.
Ahhh!....si....Jesús.....pero anda a cagar pelotudo, le grité mientras levantaba otra piedra ahora de casi mas de medio kilo.
Y entonces, cuando estaba a punto de arrojársela a la cabeza, la piedra se pulverizó en mis manos.
Sí, se hizo harina Blancaflor, o pan rallado Preferido o polvo Royal, no sé, pero se deshizo completamente.
Quedé paralizado.... ¿y si este salame era Jesús realmente?
-Ya me teníais medio hinchado las pelotas con la piedrita, comentó.
Lo miré de arriba a abajo. No parecía peligroso aunque aun tenia en el pelo polvo de la piedra que deshizo y eso me hizo dudar un poquito. ¿Y si además de ese truquito podía hacerme acertar el Loto?
- A ver che, ¿como es eso de que sos Jesús?
Y hablamos, y seguimos hablando. Me contó de su mama, de su papa, de lo mal que salía en las estampitas y de sus ganas de bajarse cada tanto de la cruz.
-Como para ver el mundo....me dijo.
Los minutos, las horas pasaron. El tipo contaba unos chistes buenísimos (bueno, no todos) y estaba fascinado con las facturas con dulce de leche. Lo extraño fue que mientras nosotros conversábamos parecía que en la quinta nadie se había dado cuenta de nada. Además conocía un montón de minas mucho mejores que Magdalena, y prometía presentármelas.
Lo que siguió no lo contaré, quedó entre él y yo. Solo sé que seré su próximo secretario en un casino que tiene en Las Vegas, ya que se iba para Thailandia porque tenía programado un terremoto, algo suave, que se llevaría mas de dos mil personas y casi todas las casas de la zona.
-Como para ir cambiando un poquito las caras, viste. Si no esos negros no progresan mas.
Así pasé la tarde de ese miércoles. Riéndome de compromiso de algunos de sus chistes y negándole la Coca Cola Zero porque no alcanzaba para toda la tarde. Me aclaró que Judas hoy es presidente de un poderoso país del Norte y que eso de hacer milagros sirve bastante para el levante. Y que odia el pescado y mas los viernes.
Aprovecho para mandarte las fotos del encuentro, me extrañó que se dejara retratar, pero lo justificó diciendo que algún hijo de puta lo pintó demasiado trolo y estaba harto de las cargadas de San Cayetano, que es un vago de mierda según él y de un par de angelitos medio bala que lo quieren pasar al cuarto.
Ah, si no me ves en unos días, ya sabes.
Buscame en Las Vegas.
Hasta pronto

lunes, 12 de marzo de 2007

Anita M.

Agita el cabello una vez y espera que caiga algo. Se mira las manos y no encuentra nada. Los piojos casi no se ven y si alguno apareciera en su mano saltarían lejos al segundo, pero no, no hay nada y en el peine solo unos deshilachados cabellos están enredados.
Si no son piojos, ¿porque me pican tanto?, piensa.
Termina de mirar por novena vez la musculosa blanca y sigue sin considerarla efectiva.
Apenas algo sensual le dijeron, nada de exageraciones.
Mirando la ropa sobre la cama, desplegada como en una venta a domicilio, aun no puede olvidar el traje de cajera del hiper, esa pollerita verde, esa camisita berreta y esa manera de sentarse con las piernas bien abiertas, para llamar la atención de cualquiera que quisiera verla. Total para lo que ganaba, que podía significar perder el laburo por mostrarse un poquito, nada.
El espejo aun empañado devolvía sombras. Un manotazo y algo mejor se pudo ver. Su cara era adolescente y también era falsa ya que tenía algo más de 25 y la adolescencia había quedado lejos a fuerza de años y penas. Una arrugada alma confrontaba la cara tersa cuando las noches largas la hacían dar mil vueltas en la cama en esa habitación deprimente alumbrada por una depresiva bombita pelada de 40 w.
Para que insistir. La caja no es lo mío, y este nuevo laburo tampoco, pero la Negra dice que le va bien, son pocas horas, un ambiente agradable en Belgrano y casi nada de controles. Nada que ver con los miles de ojos que te vigilan en el hiper, más las cámaras, más los clientes.
Malditos clientes, reconcha malditos clientes.
Aun le ardían los oídos y la bronca la tensaba recordando ese gordo infame que al mirarle la profundidad de sus piernas creyó necesario insinuarle algo que no le gustó. Una guarrada que apenas entendió pero que sí comprendió. Un meterse en su vagina para lamerle los ovarios. ¿Era eso lo que le había dicho?
Bueh, ni importa, algo así. Pero cuando ella lo mandó a la renegrida vulva de su madre el tipo empezó a gritar diciendo que la cajera, Srta. Anita Mastronardi le había faltado el respeto al negarle bolsas para llevar las 4 boludeces que compraba.
Sr.…., yo no le negué nada y además UD…….
LA supervisora que nada sabe de profundidades de piernas y menos de dignidad, en este caso arrendada a una multinacional, trato de calmar al viejo regañándola delante de todos. El cliente siempre tiene razón.
Mientras lo hacia Anita cerraba las piernas lentamente, como si el jueguito ya no resultara divertido.
Su primera falta de disciplina.
Y porqué, eh? Si yo no tuve nada que ver.
Comenzó a cepillarse el pelo, ya no en cacería de piojos sino para dejarlo un poco mejor. Todavía sin nada a la vista para ponerse, su cuerpo desnudo se reflejaba en el espejo ahora limpio. Aun podía mantener erguidas esas tetas, el culo duro y un cavado total que le costo mucho aguantar. Pero valía la pena, ahora sí, si no contamos el alma, parecía una adolescente, y aun menos, parecía una nena así toda depilada.
El peinado listo y el pensamiento alerta. Como serían estos clientes. Unos maleducados, unos señores, ¡¿unos hijos de puta?! Seguro que todo eso junto; cuando es diferente eh?
Se miró en el espejo y lo que vio le gustó, aun conservaba la cintura y las tetas le traían, al verlas, lindos recuerdos de histerias pasadas. Un toque apenas, una erección y me voy, “no creo que me gustes lo suficiente…” y así los dejaba como nadie puede dejar a una persona.
¿Dos, tres, veinte veces? ¿Cuantas lo había hecho?
Pero no siempre salía bien, todavía recordaba medio furiosa, medio conforme, el episodio de Luis. Este no era un pelotudito de esos que ganaba en los bailes, este era un tipo algo más grande. No un winner, ni tampoco un viejo pinton con auto caro. Apenas un bancario separado después de 20 años de casado que había decidido, como ella, olvidar las penas en esa disco de Quilmes.
Ese día su escote lanzaba fuego. Un bronceado apurado lo volvía rojo pero aun apetecible. Y la fuerza de la costura haciendo una v entre las dos muchachas le producía un ardor difícil de tolerar. Pero no importaba, ahí estaba para seducir, dejar tocarse el culo una vez y disparar.
Luis sintió al verla el mismo fuego que salía de sus tetas, pero en su entrepierna.
Se arrimó con el vaso en la mano, tal vez rememorando viejas épocas en Walhalla, donde solía ganarse mucamas que después imaginaba chicas del Barker con las que colmaba de relatos la mesa del domingo a la tarde en Café Paris. “Que ganador este pibe Luis….” le gustaba escuchar eso.
Anita lo vio acercarse no como una fiera, sino como un rinoceronte. Hay que reconocer que Luis estaba fuera de forma. Ya no tenía ese andar de play boy sino algo de torpeza. Aun así, ella, intuitiva, lo espero dándole levemente la espalda. Ya lo tenia calado y que buen candidato era. Algo más de 40, buena ropa, aunque en la oscuridad de la noche la ropa de Chemea parece buena, y traía además el aspecto de tener varias cosas resueltas. Como los tragos que pensaba pedirle.
Hablaron tonterías, algunas palabras de ascensor y el buscó rápidamente el roce.
La separación, mejor dicho el abandono, lo había hecho perder algo de técnica. Andaba apurado, y no era para menos, las tetas de Anita no se merecían esperar las manos hábiles de Luis.
La noche avanzó veloz. Casi no se dieron cuenta que la cosa terminaba, se habían tomado varios tragos largos cada uno y Luis ya no tenia ni dinero ni paciencia. Tomándola del brazo la sacó para el estacionamiento y una segura Anita se dejo llevar. No sería difícil, irían al auto, se dejaría tocar un poco y después, sin más ni más, lanzaría….”creo que no me gustas lo suficiente…” y se haría llevar hasta una remiseria.
Total el tipo parecía un caballero.
Pero no lo era. Ya en el auto y al segundo intento de convertir la v en cualquier otra letra y no lograrlo, Luis perdió la calma. Ya tenia suficientes desplantes, su mujer se había ido con vaya a saber quien y su ego maltrecho canjeaba emoción por agresión.
Ah, ¿no querés…?
La primera entró crujiendo. El auto busco una salida para la costanera de Quilmes y rápidamente la encontró. Amparado por la oscuridad perfecta la bajó a empujones mientras ella decía…pará, loco…!
No había nada que decir, ¡eso no se le hace al ganador de Café Paris, al recién abandonado, al boludo que te pago 4 tragos hija de puta….!
Entraron al muelle y nadie estaba cerca, quien oiría los gritos si Luis la violaba. Vencida se dejo llevar. Unas escaleras frente a la pileta no eran el lugar más adecuado, pero a Luis no le importó.
Ya vas a ver histérica de mierda,… ¡que te crees que soy uno de esos pendejos que calentás al pedo!..., le gritaba mientras tomándola de la cabeza la agachaba hasta hacerla arrodillar. La otra mano destrozaba el cierre del pantalón y Anita se encontró entonces con la pija mas grande que había visto jamás. Aunque no había visto muchas, esta parecía bien grande.
La mano entrelazada en los cabellos empujó la cara de Anita hacia ese pedazo ya erecto y Anita por reflejo tal vez, o no lo sabremos nunca, abrió la boca.
Y la tuvo que tragar entera.
Se ahogaba, le faltaba el aire, se moría…… ¡Anita moriría ahogada!
La mano en su cabeza ya era una garra, tironeando sus cabellos le hacia engullir todo mientras Luis gritaba,.. Mirá la pija que tengo y esa hija de puta me fue a dejar…. donde va a conseguir una pija así, ¿eh??
Te gusta Anita, trola del orto, te gusta, ¿no?
Anita estaba muy lejos de saber si le gustaba o no. Apenas podía seguir respirando y rogaba que aquello terminara pronto.
Imposible saber cuanto tiempo llevaba succionándole el pene a este loco. A veces escupía saliva y aprovechaba para tomar aire, pero cuando aflojaba la presión, Luis volvía a asirla fuertemente con los dedos empujando su cara hasta que la punta de su miembro se perdía en su garganta. Extrañamente no estaba muy asustada, pero tampoco muy cómoda. El desconocido podía asesinarla después en estos escalones oscuros, o golpearla y robarla. Cualquier cosa era peor que estar haciendo eso. Solo algo la molestaba…el sabor…
Terminá de una vez hijo de puta, rogó Anita.
Para qué...
Dos temblores anunciaron el desastre. Luis arqueó la espalda y frunciendo la cara hasta deformarse despidió un chorro caliente e interminable que llevo a Anita a la casi asfixia. Tenia la pija entera adentro, hasta los huevos. Logro sacársela de la boca y los restos del semen de Luis se derramaban por la comisura de los labios.
Toda su cara terminó cubierta. Los ojos le ardían. Luego una tos nerviosa le devolvió el aire y Anita creyó que esta vez se salvaba.
Luis se relajó un momento y fue la oportunidad para escapar. Se levantó como pudo y casi sin ver a causa de los fluidos de Luis, corrió hacia la calle. Con una manga se limpiaba la cara y corría, mientras Luis le gritaba algo sobre lecciones aprendidas y cuan grande la tenía.
Llego a su casa avergonzada, sucia, contrariada pero también caliente.
No se duchó.
Luego de masturbarse frenéticamente se fue a dormir.