martes, 30 de octubre de 2018

Prescripción: Un sanguchito y una coca


-Amigo, lo que usted tiene es apendicitis....
Mire al médico con sorpresa, pero nada se iba a comparar con la sorpresa que él se llevó.
-Dr. le dije con tranquilidad, como saboreando el momento, hace 10 años que me operaron de apéndice.
El tipo termino de arruinar su honor cuando me contestó....
-Uh, no vi la cicatriz...
Hacía poco que había llegado a Bariloche. Mi decisión era segura, pero mi mujer de entonces no había aportado mucho a este cambio de rumbo en la vida. Solo se había limitado a decir..."si, que bueno vamos a vivir a Bariloche". Tal vez porque creía que la estaría esperando Bambi o que todas las tardes serian de chocolates y repostería. Y nada que ver. El cambio de escenario seria mas traumático de lo esperado. Pasar de un departamento en la Recoleta a una casa a dos cuadras del Nahuel Huapi, era nocivo. Virar del gris asfalto al verde árbol, hería nuestras retinas. Soportar el trino de los pájaros a cambio de la bocina del 60 era una catástrofe. No estábamos preparados para eso... ¿Y qué pasó...? Nos dio stress, nos enfermamos. Entonces... estábamos en una ciudad lejana, lejos de la familia, los amigos. Sin cable, con un colectivo que pasaba cada 20 minutos y sin un almacén cerca...era mucho, seguramente nos íbamos a morir. Y como si fuera poco, el cielo...ese cielo ilusionado de azul, era una masa gris con nubes mas parecidas a una plastilina sucia que a un sentimental copo de algodón. ¡Que íbamos a hacer! Y ya lo dije... ¡enfermarnos!
Mi mujer recaló en un sicólogo quien le declaro stress...diagnostico que no podíamos contarle a ningún pariente de Buenos Aires, a nadie mejor dicho, por increíble y absurdo. Stress??...Quien podría creer eso en un paraíso patagónico tan deseado por todos. Pero si, así fue. A mí me pegó el asuntito por el estómago, nada me caía bien, todo lo que comía seguía de largo, la estaba pasando mal. Un amigo me sugirió un médico, al que fui rápidamente. El tipo, reconozco, no me dio mucha bola. Me pregunto algunas cosas intrascendentes y me revisó los recovecos de siempre. También ordenó análisis que cumplí trayendolos a la semana. Con los anteojos puestos, postura de sabio y la mirada segura, me dijo...
-Voy a llamar al anestesista....
- ¿Y para qué?...se apresuró mi mujer...
Y de ahí en mas el diálogo del comienzo de esta historia.
Había que conseguir otro médico, alguno mas serio, mas responsable,¿ dónde encontrarlo…? En el aeropuerto, me decían algunos. Te tomas un avión te vas a Buenos Aires y lo resolves ahí. Menuda confianza en la medicina barilochense tenían los nativos. Pero esto no iba a quedar ahí, yo conseguiría un médico adecuado a la gravísima enfermedad que atravesaba. Quería gozar del lugar que había elegido para vivir, subir montañas, nadar en el lago, caerme haciendo ski. A eso también había venido…Quería ser un tipo normal, pero mi carrera al baño luego de cada bocado de comida, estaba haciendo difícil mi objetivo. Sin duda había algo que no me convencía del todo, algo que me anclaba, me ponía una barrera... Así llegue a unos consultorios en la calle principal, la Mitre. Pedí por un clínico y me recomendaron uno que parecía importante, aunque el otro también lo parecía y tenía mirada y postura profesional, un delantal impecable y unas ganas de quedarse con mi dinero a cambio de nada que hacía que la confianza en la medicina se fuera por la zanja. ¿Sería este diferente? Lo espere por casi una hora sin sobresaltos. No había comido nada y entonces estaba tranquilo. Cuando me llamo por mi apellido entré al consultorio renovando todas mis esperanzas en la medicina local, luego de esto, si no funcionaba, me quedaba internarme en alguna comunidad mapuche en busca de alguna machi. Pero esperaba que esto no fuera necesario. Me senté frente a él y todo parecía diferente. No tenía esa pose desganada de médico que se las sabe todas y que me venís con esa boludez de colitis a mi tráeme casos dificilísimos que me permitan ganar el nobel de medicina y también mucho dinero para ser un próspero empresario y comprarme una clínica. Este parecía mas amigable, mas relajado, y así fue la charla. Me hizo preguntas, se tomó su tiempo, me sugirió lugares…y finalmente me prescribió un remedio inimaginable. Mirándome serio me dijo: -Ahora te vas a Gino…sabes donde es Gino?...si, acá al lado…te sentás mirando a la ventana y te comes un sanguchito de jamón y queso con un vasito de vino…pero no te gusta el vino….ah, no?…entonces te tomas una coca….te lo comes tranquilito y te pones a pensar todo lo bueno y lindo que hay acá y que vas a conocer, a sentir, a hacer…esta es la vida que elegiste y debes empezar a vivirla…
¿Adónde había caído?... ¿Qué terapia era esta?....Aunque no estaba mal, no parecía muy incorrecto creer que algo así podría ayudarme… Le di la mano y encaré hacia Gino. Me senté frente a la ventana, elegí un sanguchito del exhibidor y pedí la coca más fría que tuviera….Mientras lo comía, empecé a recordar las palabras del médico, a verme como alguien diferente…debía soltarle la mano a la persona que dejé en Buenos Aires…No podía ser aquel y ser este… Cuando termine el sanguchito, y bebí el último sorbo de la Coca… ya empezaba a ser uno solo…

domingo, 21 de octubre de 2018

ser felices.

Hay un mandato social que nos indica que debemos ser felices todo el tiempo. O al menos parecerlo..
¿.Esta bien esquivar el sufrimiento, escondiéndolo; olvidando que es una parte muy importante del aprendizaje de la vida?.
Ese esquive nos hace construir relaciones superficiales ya que el temor a demostrar ese sufrimiento podría espantar a nuestras relaciones, quienes también sufren el mandato de ser felices.
Una vez vi en feis una plaquita que decía que a nadie le interesa si te peleaste con tu novio, quienes la proclaman no hacen mas que rendirse a ese mandato, hay que ser felices, tu tristeza puede contagiarme. No es que no me interese.
Y así vamos, ocultando y enmascarando todo con pastillas.
Y solos.

viernes, 12 de octubre de 2018

Un mundo mejor.


Un pensamiento varias veces expresado y que es aceptado por todos sin reflexionarlo ni un poquito, dice que con educación se podría mejorar el mundo...
Y es cierto, pero a medias...
Intentare reflexionar y ojala alguien se atreva a aportar alguna idea.
Al menos que me digan que estoy equivocado...
Creo que la educación puede darnos avances tecnológicos, médicos, y de todo tipo.
Mejorar el mundo desde la comodidad, del bienestar económico...Por ejemplo una droga que cure el ebola, una maquina que haga noquis en dos minutos o que algun dia podamos bajarnos una pizza y medio kilo de helado desde internet. La educación genera eso.
Pero si hablamos de un mundo mejor desde la utopia de la paz, la cosa es muy diferente..
LA cultura, la educación no genera mejores personas, de hecho lo mas tremendos HDP del planeta son tipos de saco y corbata con educacion universitaria. Quien masacro a 30 mil tipos en décadas pasadas tenían una carrera completa, titulo bachiller y de otras especialidades técnicas y militares. Estudiaron varios años para masacrar tanta gente...Los que te roban al curarte, los laboratorios y médicos que especulan con tu vida recetandote drogas carisimas que no podes pagar con la promesa de curación tienen una educación perfecta.
Un mundo mejor no pasa por un aula. pasa por otro lado muy diferente...
Por el amor...el que recibimos desde pequeños, que nos enseñan a recibir y dar.
Eso generara un mundo mejor.
No lo hará ni un lápiz ni un libro ni un titulo.
Innumerables tribus, con una cultura básica solo de supervivencia han vivido en paz durante siglos, solo violentados por amenazas externas. Una falta de cultura tampoco vuelve al hombre carne de dominación.
Se suele decir que los gobiernos apelan a la ignorancia para dominar a las nuevas generaciones.
No dar educación para después dominarte...
Pero cuantos esclavos , cuanta "chusma", cuanto grupo dominado e ignorante, solo consciente de sus derecho mas elementales, han generado revoluciones que cambiaron la historia?

miércoles, 10 de octubre de 2018

Escenas de la vida real.


Escena 1- El piropo 
.
Carolina I. en una disco, tiene 18 años. Es rubia, delgada, tiene una boca que despierta malas intenciones. Parada frente a la barra se le acerca un pibe.
Mirada seductora...
-Hola, como te va...seguramente alguna vez te dijeron que sos muy linda, no?
Carolina, observándolo y sonriendo levemente le dice..
-Y...si.
-Bueno, te mintieron.
Fin

Escena 2-La venganza. Con el que primero que se ponga a tiro.

Carolina con un pretendiente en un restaurante de Bahía Blanca. El mozo se le acerca dispuesto a levantar el pedido.
-Que va a tomar señorita?
-Un vino blanco, y señalando con un dedo al acompañante agrega... el pescado ya lo traje.
Acompañante la abandona sin entender que era...un chistecito.
Fin.
Todo cierto.
(los nombres han sido cambiados)

martes, 2 de octubre de 2018

El viejo Haneck



El viejo Haneck sorprendía por su apellido. 
Y no porque viviera en el cerrito Runge en medio de una ramas y cuando la temperatura bajaba a -2 el tipo no tuviera ni un solo temblor. 
Un apellido reconocido en Bariloche y en el desubicado lugar de la miseria era toda una sorpresa. 
De rasgos surcados por mil tajos del tiempo, sus manos duras con un gesto, nos invitaban a pasar a... su casa...
Unas ramas sostenían apenas un naylon como toda protección. Su cama, unas maderas sobre patas de troncos, se cubría con coloridos trapos que ninguna persona podría ver como una frazada. No había paredes, solo cañas y arbolitos para domar el viento. Sus ojos eran vivaces, su cuerpo contraído, sus palabras difíciles de entender. Lo buscábamos porque alguien nos había dicho que el viejo Haneck vivía en ese cerro, en condiciones extremas. Ese día hacia frio y lloviznaba y nosotros bien abrigados nos avergonzábamos ante un viejo apenas cubierto de ropas que ya no lo parecían. 
¡Pero en verdad sobrevivía!
Y eso nos llamaba la atención.
¿Cómo vivir allí, como soportar a la intemperie? ¿Cómo durar...? ¿Para qué?
Cada tanto, como emulando la leyenda de Otto Meiling, solía bajar caminado al "pueblo" por alimentos, lo hacía arrastrando algo más que su bolsa. Pero este hombre jamás fue un pionero ni figurará en los libros de la historia local. 
¿Y porque el otro sí?
Tal vez porque con mejor suerte tenía una cabaña y era mas pintoresco el mito de que se bañaba con la nieve, tal vez porque en esos años, carentes de leyendas en una ciudad que recién comenzaba, este podría fácilmente convertirse en una.
No fue esta la suerte del viejo Haneck, quien con solo un apellido, descubrió que no alcanzaba. Que la vida lo sorprendió en una sola vida, de la que no se vuelve, la de la pobreza, el olvido, el abandono. 
El viejo Haneck, tal vez ya no esté, ya haya muerto, ya haya sido olvidado. 
Tal vez la historia, como la sociedad, también lo deposite en un costado de la nada. 
Tal vez fue feliz...?


lunes, 1 de octubre de 2018

El Juez T.


Cuando me lo presentaron en septiembre del 2014, no entendí bien su nombre. Solo lo escuche decir que él era un jubilado del poder judicial de 60 lucas de jubilación por mes. 
Menuda presentación.
Lo mire mejor y pensé...este me está cargando...
Tenía una gorra azul que decía algo tipo "Mercado de Pepe" o algo así, una camisa azul que se le había desgarrado entera por la mitad, en la linea del ombligo y que había sido cosida burdamente, además en su bolsillo tenia un remiendo negro. En una camisa azul, repito. Y le agradecía a la dueña de casa que le hubiera reparado uno de los puños de ese andrajo que lucia. Un ciruja era lo más parecido...
Me preguntaba que hacia ese sujeto sentado con nosotros en un departamento a metros de la estación San Isidro.
El tipo me dirigió la palabra varias veces.. supo que viví en Bariloche y me hablo del ski, de cómo en un vuelo relámpago había viajado a SM de los Andes a juzgar a un estafador y al que le dio el sobreseimiento, todo en horas. Me hablo del juez Moldes quien había sido su secretario y de que un juez en la Patagonia gana 60 lucas....
Hablaba y se llenaba de vanidad...
Todo el tiempo parecía algo desequilibrado, queriendo hacer notar que había sido poderoso, interrumpiendo y callándose de pronto para observarme duramente por debajo de la gorra.
El tipo era un personaje atractivo. Se dio cuenta. Yo le hablaba casi exclusivamente a él.
Recordé épocas de periodismo barilochense, nos hubiera encantado un tipo así en el programa que hacíamos.
De todos modos el señor en cuestión, sobreseído en una causa sobre coimas a una empresa de bingo en 2007 y a quien la Cámara en lo Penal Económico le anuló 200 decisiones, le impuso dos multas, un apercibimiento, 17 llamados de atención y cuatro recomendaciones, se mantenía despreocupado, sabiendo que su oyente era nuevo y podía asombrarlo con sus historias.
Daba para mas, pero nos esperaban en otro lado...Aunque que sé que tal vez volveré a cruzarlo en un club náutico de la zona. Donde algunos le huyen.
Y entonces tal vez, volveremos a hablar.