
Un volcán en Chile produjo una lluvia de arena volcánica como jamas se vio en Bariloche y zonas aledañas. La población se vio confundida; rayos y truenos anunciaban la caída, fenómenos muy poco comúne en la zona. Nunca vi rayos en Bariloche. En pocos minutos la ciudad se transformó. Una capa gruesa de piedra pomex molida, tapaba los innumerables baches que tienen las calles barilochenses, hacían crujir los techos y cambiaban el celeste del lago por un gris inexplicable.
Dos cosas podrían hacer los pobladores, entrar en pánico, o asistir con calma a un fenómeno que seria inolvidable.
Algunos eligieron mal. Otros se prepararon para ser testigos de una metamorfosis única. Las paginas del feisbuk se llenaron de fotos maravillosas, dudosas de ser procesadas, y de fotos amateurs que no pretendían impresionar a nadie, sino solo contar un relato verdadero que quedaría en el recuerdo. Las fotos fotoshopeadas pudieron ser artísticas y muchos eligieron ese camino. Pero le dieron a la situación un dramatismo innecesario. Y algo de falsedad también. Quien sacó la camarita por la ventana pareció mas honesto en su actitud. Solo los hechos, sin barrocas intenciones, quedarían en la memoria digital y humana.
Las paginas sociales repetian el fenómeno de muy pocas maneras, con pocos matices. Y casi siempre de manera pesimista.. Ellos hacían que los comentarios fueran del tipo..Uh, lo lamento...Uh, que terrible.. ..Todas frases de compungidas sensaciones, comentaban cada nueva lluvia de arena como una tragedia.
Muy pocos se atrevían a ver el fenómeno por su inocultable belleza. Se estaban perdiendo algo, la maravillosa naturaleza dando lecciones y mostrando un paisaje de gris hermosura. Hablar con mis amigos de allí me tranquilizaba, no faltaba agua, no faltaba comida, a lo sumo la ciudad parecía una ciudad balnearia. Sacaban la arena de los techos y lavaban sus autos, barrían sus dormitorios , paleaban, hacían montañitas con la arena y algunos se llevaban lo que el cielo les regaló para hacer bloques con qué construir una casa.
Había algo que no se veía. El regalo del cielo.
Con esa piedra volcánica estallada por el calor se podía construir. Y algunos lo sabían. Otros maldecían esa arena y desconociendo todo, solo se quejaban. Hasta llegaron a decir que contaminarían la tierra. Porque siempre hay gente que habla sin saber. Otros, mas informados ya soñaban con playas con arena y lo sugerían a través de los diarios a la siempre inmóvil municipalidad. Una escuela de Kite Surf pedía donaciones de arena para hacer su playita. Algunos veían esto con asombro y optimismo. Otros sembraban pánico y dramatismo. Mientras tanto en Buenos Aires nos lamentábamos por ellos. Parecía que Bariloche iba a desparecer para siempre. Esa imagen tortuosa de paisaje gris, mal narrada, llenaba de miedo por lo que nos podria ocurrir en Buenos Aires...Y si nos pasa a nosotros.?
Y nada pasó.
Una temporada invernal se aproxima. De eso vive Bariloche. Y toda esta percepción que algunos permitieron transmitir, cómo influirá en el futuro la ciudad?. Varias reservas se cayeron. Entonces el daño no lo haría la lluvia de arena, lo haría la triste manera de mirar un acontecimiento y la manera dramática de hacerlo conocer.
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