martes, 17 de diciembre de 2013

La misa del domingo

El domingo 11 y 30 hs, religiosamente puntual, estaba entrando a la iglesia de la Sagrada Familia de Banfield. Linda y prolija, su historia arranca en 1893, y sea posiblemente la mas antigua de la zona. Sus interiores son bellísimos, bien cuidada, bien pintada, con los vitraux enteros y un sonido e iluminación acorde a los tiempos.
El hecho era especial, ya que no voy a misa, y tampoco es el centro de este relato. Pero el tema es que ahí estaba, de buena onda y poniéndole pila a un rito que ya no comparto. Situación que se vería legitimada con mas fuerza al salir de tan bella iglesia.
La lectura del domingo era sobre la alegría de Cristo, la que te llega al corazón escuchando su palabra. Creo que esto es un buen resumen.
La misa me parecía algo extraña, no soy un novato, tengo años de Acción Católica y de monaguillo, por eso creo saber de lo que opino. Esta ceremonia era…demasiado cantada… Parecía una ópera… Intuí que era asi porque el cura afinaba bien, y parecía que quería  maravillarnos con sus cantos. El “coro” que acompaña con las canciones, también lo formaba una mujer con guitarra, oculta detrás de un pulpito, pero con una muy buena y bella  voz. Ambos entonaban canciones que desconocía totalmente… ¿Tanto había cambiado todo?
Luego de tantas frases repetidas, algunas cantadas, llego el momento de la homilía, el sermón. Casi siempre esto termina de convertir a un cura en un capo o en un gil, en alguien entretenido o alguien soporífero.  Y también, a veces, en alguien polémico. Un cura que respeté muchísimo y que conocí, se murió misteriosamente en aquellos años de dictadura.
Era polémico, parece.
Hacía calor y en la nave principal vi varias caras conocidas, los años pasan para todos, y la fe permanece en algunos mas que en otros. Y de pronto llego la homilía.
Este cura era polémico, supe rápidamente. Y algo falaz también.
Comenzó hablando de la tristeza de los argentinos, de los malos momentos que vivimos, de los saqueos, la falta de horizonte, la poca expectativa económica que hoy todos tenemos, metió al calor entre todos estos males ocasionados por el gobierno, luego se quejó de que uno va a comprar y la cajera lo trata mal, la gente no se soporta en las calles y para finalizar…la joya del discurso….
-Hoy, al abrir el templo, oí gritos….En la sala de auxilios de aquí cerca  los familiares de una chica que se había suicidado gritaban de dolor… Pobrecita…se ve que no aguanto la situación…
Un leve murmullo impresionado lleno la iglesia. Pero yo interpreté: ¿Este cura estaba justificando un suicidio?
En ningún momento lo condenó, o hizo un comentario sobre el suicidio y la fe…No!…solo lo justificó diciendo…”la pobrecita no aguanto mas”
O sea que para el sacerdote esa parecía ser la salida a “no aguantar mas”.
Directamente, este siervo de Dios se estaba yendo al carajo.
Mi hermano, no precisamente un K, murmuraba…este tipo está exagerando…
¿Y porque lo hacía, porqué nos planteaba un panorama triste, penoso, oscuro, dramático y sin salida?, ¿hasta donde el calor participaba de tanto dolor...?
Fue para poder contrastarlo con la lectura de ese día. Todas estas calamidades te pasaran, pero si escuchas la palabra de Dios, tendrás alegría.
¿Por qué algunos curas se meten en berretas discursos donde tocan la  política? ¿No son subvencionados por el gobierno, los que le permite un privilegio que no todos los demás tienen?, ¿no deberían afectarse a lo puramente espiritual? ¿O al menos hacer una autocritica de rodillas todos los domingos de sus complicidades con los crímenes de lesa humanidad y con la pedofilia?
No, parece que eso no cuenta.
Una amiga, gran creyente, siempre me invita a presenciar una misa de un cura sanador que es su favorito. Me aclara siempre que el tipo les pega a los K, pero que sería bueno que vaya.
Que necesidad de pegarle a un gobierno que tendrá luces y sombras, pero que permitió tantos logros sociales como ningún otro en los últimos 40 años? Mientras la misa transcurre, en la puerta muchos autos nuevos quedan estacionados.
La respuesta es simple.
La religión se nutre del descontento. Y a ese descontento hay que inculcarlo.
Los tristes, los perdidos, los sufrientes se acercan a Dios como una oportunidad. La religión está hecha para los que sufren, esos son sus principales clientes.

Un pueblo feliz no necesita de religiones.

La gente va a la iglesia a pedir, a rogar… ¿pero cuántos van a agradecer?
Levantamos los ojos al cielo cuando algo nos sale mal, no cuando nos sale bien. Eso parece ser  cuestión solo nuestra, nuestros propios méritos.
Alguno habrá sin duda que vaya todos los domingos a agradecer su buena vida, pero no es la generalidad, ni tampoco parece ser el propósito.
Tienen que entristecernos.

Mientras mas dolor haya, existirán las religiones. Y quien capture mejor ese dolor será el que mas fieles tenga. Una batalla que por impericia o deshonestidad, la iglesia católica va perdiendo por afano.

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