viernes, 14 de junio de 2019

Distinta noche

Íbamos los tres buscando donde cenar. La noche estaba rodeada de mujeres de pañuelos verdes. Daban ganas de hablar con ellas, tan jóvenes, tan comprometidas, de festejar juntos lo que sería una victoria. Pero no son días de intentar socializar. Hoy todo se percibe agresivo, lo que antes pudo ser un saludo de un ideal compartido, hoy pueden devolverte una agresión. Una mirada sospechosa que vuelve tus más sanas intenciones en las más oscuras, te conviertes entonces en un ser peligroso, y todo por una mirada o una frase que preferís ocultar.
Finalmente conseguimos donde cenar, con gente tranquila, enojadisima de la marea verde que cambiaba una cultura allá afuera. Y hablamos de nuestras propias frustraciones. Casi sin querer.
Es mejor un mal matrimonio que una separación a tiempo?...
Las opiniones estaban divididas.
Y así recordamos y relatamos viejas historias, aquellas que nos dejaron el borde de una herida que aun no cierra.
Y no pude evitar contar aquello que me marco tanto, que relata una despedida sin esperanzas en un bar frente a plaza Serrano. Esas palabras que dije aquella noche y que les recite con casi la misma pasión, aquellas que decían no te vayas, yo cuidare de vos, pero no te vayas...frases huecas de fe, ya que sabía cuál sería la respuesta...
De pronto quedamos en silencio....en los ojos de uno de nosotros había brillo, el de la luz cuando atraviesa una lágrima.
No sé qué fue más fuerte, si esas historias de amores idos que compartimos o saber que un hombre aún hoy puede llorar frente a otro sin sentir vergüenza y volviendo a luchar con esas penas que por unos segundos tomaron vida propia e intentaron escaparse hacia una noche distinta.

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