miércoles, 5 de mayo de 2010

Enfermedad.

Ya se sabe que una de las enfermedades incurables que persigue a este país es la inflación.
No intentaré aquí mas que un análisis llano, propio del tipo que poco sabe de economía, que nada entiende de estadísticas y que descree de palabras autorizadas venidas de las mismas bocas que dicen poder evitarla y que jamás mostraron un resultado.
Aquí se habla mucho. Todos identifican el porqué en base a números, a fluctuaciones de mercados internos y externos de los que jamás develaremos sus misterios.
Este será el análisis de la góndola, del tipo que llena el changuito del hiper cada vez menos y de una mirada mas que nada sociologicamente amateur, si se me permite, que una completa de tecnicismos inentendibles.
No entender el porque de la inflación, la perpetúa.
Es sabido que el país ha tenido algún repunte. De ver centros comerciales vacíos y abandonados como lejanos pueblos del Far- West, hemos pasado a shoppings completos, con alquileres de locales más caros que N.Y. y gente siempre dando vueltas buscando alguna cosa innecesaria.
El poder de compra ha crecido un poco. Y eso se nota.
Pero cada vez que el gobierno autoriza algún aumento, los precios suben.
Ese oxigeno financiero que el trabajador recibe y que le permitiría ahorrar o mejorar su calidad de vida, de pronto se transforma en la nada misma. Se habla de la demanda que empuja los precios para arriba o de situaciones estacionales. Si la produccion de tomate se quemó por una helada en Concordia, el precio sube… ¡como si Concordia fuera el único punto del país donde se planta tomate! Esta no es mas que una respuesta salida de grupos interesados y dada por los medios de comunicación para la gilada crédula intentando explicar un aumento perverso contra el cual el gobierno parece que nada puede hacer.
Soy un convencido que la inflación es hija de la actitud de una clase empresarial argentina deplorable, casi siempre maligna y alejada de los valores éticos.
Que tuvo su máximo exponente en los menemistas años 90. En esos años ese pensamiento expulsó a la ética de la economía, como si juntas jamás pudieran existir. Como una formula contaminada de la cual no se sacaría ningún provecho.Y cuando la ética se va de la economía, le da paso a la corrupción, lista para desarrollarse y legitimarse.
¿Pero, qué es lo que la economía justa debería hacer?
Tal vez buscar la competitividad con baja inflación y con tecnología moderna. Eso mejoraría la calidad de vida, el acceso a la cultura, a la educación, a la salud.
Esos fines debería tener la economía.
No la salvación de unos pocos.
Lamentablemente este modelo inflacionario genera exclusión, y aquellos alejados del sistema, aquellos perdedores, tardaran mucho en dejar de serlo. En el 2002, el 58% de la sociedad argentina estaba bajo la línea de pobreza. ¿Acaso eran todos unos fracasados? ¿Acaso era un fracaso individual, o era el fracaso al que llegábamos por culpa de todo un sistema?
Cerca de mi casa existe una zona de bares y restaurantes. Muy frecuentada por los vecinos de este barrio y de otros, suelen dar un servicio algo pobre y muy caro. Como muestra les digo que una coca de 330 cm. vale $9. Y el concepto “cubierto” (pan, mantel, servilleta) sale $7.
Vayan haciendo cuentas para una familia tipo. Si caminamos unas cuadras nos topamos con un lindo lugar para comer empanadas donde Vanesa una de las dueñas me dice que la coca de 330 cm. vale de costo algo así como $2. Y que venderla a $9 es escandalosamente inmoral.
Véanse las dos conductas. Ambos establecimientos separados por pocos metros con éticas comerciales diferentes. Sí, esto parece ser un análisis frío y superficial, pero ya sabemos que los análisis profundos no hacen mas que justificar lo injustificable. Y lo que es peor, esa conducta poco ética genera un virus de rápida transmisión. Nadie quiere quedarse atrás si cuando alguien aumenta los precios dando un mal servicio, aun así obtiene buenos réditos.
Si el de al lado, aumentó y su clientela no bajó, yo hago lo mismo! Parecería decir el vecino.
Y esto habla directamente de nosotros.
La conducta empresarial perversa y abusiva se topa con la aceptación del consumidor.
No hay presión social. No hay una demanda que obligue a bajar los precios. La falta de responsabilidad empresarial se agiganta con nuestra displicencia.
¿Si exigimos ética a nuestros políticos, porque no a nuestros empresarios?
Para finalizar, si quieren un combo de Mac Donals podrán conseguirlo mas barato en cualquier local de Londres (si ya sé que queda lejos), si quieren un vestidito de Zara, no vayan a la calle Florida, en Barcelona lo encontraran a mejor precio. Y eso que ellos esta a 5 y media veces mejor que nosotros (paridad Euro-Peso).
Sueldos argentinos con precios europeos, nos dicen los españoles.
Ah, el café también lo consiguen mas barato en Madrid.
Milagros del empresariado argentino.

3 comentarios:

MaxD dijo...

No, es que no sabés nada de economía. El problema es la demanda agregada, por la plata que le tiran a los pobres... y se la gastan toda, así no hay economía que resista.

Ana dijo...

Lo interesante es que hay quienes pagan el cubierto 7 la bebida imperialista a 9 y ni lo sienten. Porque pueden. Creo que ahí está el asunto. Que haya quienes pagarla 4 les resulte caro.
personalmente la vendería a 20 pesos la botella así nadie la toma. já.
Te convido un poco de mi Todavía por si te sirve de algo. A mi sí.

Anónimo dijo...

A todo el mundo le gusta quejarse de esto, de lo otro, que la inflación, que la soberbia de no se quien.. bla bla pero a ninguno de esos les falta el autito nuevo, las vacaciones, las saliditas, el restaurante, el finde largo en mardel... más vale q cuiden a nuestra gallina de oro.. en este caso esa gallina es un Gobierno Nacional que x primera vez en muchísimos años supo construir una economía de verdad. Si no pregúntenle al Banco Mundial que ya refirió en 2009 a la Argentina como una de las mejores economías en América del S. junto a Brasil...