La adolescencia de Maria transcurrió acunada por las dulces melodías de su grupo preferido, aquel que desde 1979 hasta 1985 hacia delirar a Ibero América, pero especialmente al publico de Argentina.
Los Parchis, se llamaban.
De todos sus integrantes había uno que despertó extrañas mariposas en el corazón de Maria. El joven en cuestión era Constantino Fernández Fernández, voz solista del grupo. A esa edad las cosas se perciben especiales, parecía que “Tino” solo cantaba las canciones para Maria. Desde un póster tomado de una revista, la sonrisa de ídolo español acompañaba a Maria en sus noches de ensoñación.
Pronto Maria creció, alcanzo la mayoría de edad y luego de trabajar y ahorrar pudo cumplir su sueño de viajar. España estaba en su destino, y no solo la de los museos y la de su postales maravillosas, también aquella España que era la patria de Tino.
¿Adonde va la nena?...preguntaba el padre de Maria a la madre...
El aeropuerto de Barajas fue para Maria más impresionante que DisneyWorld. Sus ojos no podían contener tanta emoción. Mientras lidiaba con sus valijas imaginaba un encuentro soñado por años. En uno de sus bolsillos, como una mágica formula secreta, se cobijaba un papel con un número precioso. Un número donde estaban depositadas tantas ilusiones y donde podría guardar, si fuera necesario, algunas decepciones.
¿Que suerte le depararía ese bendito numero?
Maria empujo las valijas y estrujo en su bolsillo aquel papelito.
El numero de teléfono de…Tino.
Fue fácil conseguir un albergue de estudiantes, dar unas vueltitas por Madrid , pero no lo fue aguantar la excitación…Que pasaría Dios?…Tino…¿le contestaría?, ¿seria realmente ese su numero?
De cómo Maria consiguió ese número, poco sabemos, la casualidad de ese peluquero que alguna vez peino a Tino en una visita a la Argentina y que precisamente era del barrio de Maria, pudo haber tenido algo que ver.
Lo que aseguramos es que de todas sus posesiones esta era la más importante.
Un teléfono público de una avenida cuyo nombre no reparó, la contuvo mientras marcaba el numerito.
Y el teléfono sonó y entonces… alguien atendió.
-Sra. vengo de Buenos Aires…quería ver (la voz le temblaba)si habría posibilidad de conversar con….
Del otro lado una persona escuchaba atentadamente tan delirante llamado. Esa persona era la mama de Tino.
-¡Claro!...a el le va a gustar conocerte, ahora no esta en Madrid, pero viene el fin de semana y entonces seguramente el tendrá mucha alegría de verte.
Maria casi se muere después de esa frase. Dejo el teléfono, caminó lento por esa callecita y sintió que su estomago hervía, la cabeza le daba vueltas y el corazón amenazaba con explotar al girar en la esquina.
Pero un llamado más le permitió seguir soñando.
El fin de semana Tino personalmente le levanto el teléfono y luego de demostrar una insólita alegría la cito en un bar…
-¿No te molesta que vaya con alguien, no?
-Nooo, contestó Maria. Podría venir con una banda de hinchas del Real Madrid que a Maria eso poco le importaba. Ya era suficiente con haber hablado telefónicamente con su amor adolescente y si la cita no se concretaba, ya con eso tendría para recordarlo toda la vida.
Pero la cita no falló. Se encontraron en un bar, Maria, Tino y Eva su agradable novia.
Bebieron, Maria apenas pudo pasar una Coca, y hablaron muchísimo. El le contó del éxito de Argentina, el país donde mejor les fue, de Mar del Plata, donde por primera vez Tino había probado la marihuana, de Córdoba y de tantas cosas que no alcanzo un solo bar y tuvieron que irse a otro, para seguir una increíble charla donde la ilusión por fin había tomado cuerpo en una persona amable, con mucho para contar y escuchar de aquella fan que desde Argentina había venido a visitarlo.
Ya hacia años que los Parchis se habían disuelto y cada uno de ellos tenia otra actividad. El Tino que Maria encontró era un Tino lleno de imágenes fragmentadas, con una vida que fue una carrera de Formula 1 donde todo pasaba a una velocidad que hacia que los recuerdos a veces fueran inquietos. Tino casi no tenía fotos o filmaciones de su carrera, de tan apresurado que había sido su éxito. Y a Maria eso no le preocupaba, ella como buena fan tenia todo.
A la hora de la foto de despedida, un Tino muy caballero, posó junto a una satisfecha Maria para una foto eterna. Eva, la novia de Tino los insto a que por lo menos se tomen de la cintura... ¡Coño!, pásale el brazo, por lo menos..
Un clik y la historia de Maria y Tino se volvió inolvidable.
Años después Maria ya en Buenos Aires se enteró que Tino había tenido un grave accidente de transito y había perdido un brazo.
Se sintió triste, miro la foto.
Pero en su corazón y en esa foto, nada cambiaria.
2 comentarios:
que linda historia!!! ja ja ja yo también soy de la generación parchís! me gustaba tino también...y vivo en españa, a veces pienso en ellos, que increible los recuerdos de la niñez!
esta historia no se que tendra de real creo que lo unico es que eva si se llama su hoy esposa , lo otro no se tino nunca vivio en madrid siempre en barcelona al igual que su familia , ademas de ser hincha del barsa el cuentito esta muy lindo pero no creo que sea real
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