martes, 31 de mayo de 2016

Nunca es demasiado tarde...

Hace muchos años de esto. Años de vértigo, de relojes detenidos, de una vida sin almanaques. Épocas donde creemos que todo nos pertenece.
Mis horarios de trabajo eran muy friendly para un tipo como yo que amaba la noche. Ver las calles mojadas después que la máquina de limpieza pasaba y verla reflejar la luna o la lámpara de mercurio, lo que ocurriera primero, me daba una sensación de película en blanco y negro, antigua y misteriosa. Caminar esas calles solas de madrugada era placentero. Esas noches me toparon con un fenómeno que luego me apresaría para siempre. A las 12 de la noche comenzaba un programa en una radio cercana a la calle Florida. En ese espacio, un tipo hoy famoso, hacia una experiencia nocturna que cada día acoplaba mas seguidores. Unos pocos, más osados y con tiempo, nos acercábamos a la radio para ver el programa en vivo. No sé cómo me enteré de eso, de que se podía ir, que ir estaba casi permitido. 
Se podía ver un programa de radio? Si, parece que se podía. 
No era tan legal, lo podíamos hacer porque el dueño del programa le gustaba la compañía. Así era como de lunes a jueves compartíamos con el conductor su propia mesa, un postre Balcarce o unas masas. No éramos muchos, apenas unas 4 o 6 personas sentadas, algunas a su lado y otras en el suelo. Así pasaban dos horas donde nos divertíamos de una manera diferente. Por esos comentarios pasaba la historia vieja del mundo, con una particular manera de contarla. En algún momento pelábamos el cuchillo y cortábamos el Balcarce. Digo de lunes a jueves porque el viernes se empezaba a llenar. Claro, al otro día no se trabajaba y de a poco la gente empezaba a disputarnos nuestros privilegiados lugares al lado del artista. A nosotros no nos preocupaba, ya que éramos los de todos los días, jamás podrían tener un acercamiento al conductor como nosotros lo teníamos. 
Pero cada vez éramos mas….y les recuerdo que eso estaba “casi” permitido.. 
Una noche una voz nos puso a todos en fuga. Habia llegado….el dueño!. 
El mismo, en persona, estaba en la radio. Y era viernes. Una gran cantidad de gente se vio en la cinematográfica situación de fugarse por los pasillos, por las escaleras, por los baños…¿donde escondernos…? 
El conductor nos decía: rajen! Y nosotros tomábamos la radio como hormigas invadiéndolo todo, pero bien escondidos. 
Esa noche, Marin, el dueño de Radio El Mundo, ni se enteró. Como un juego de la “Escondida” no habíamos sido descubiertos y todos habíamos ganado. Nuevamente en nuestros lugares, el programa volvía a ser nuestro. 
Pero lo más lindo eran los días que no eran viernes. Nuestro grupito, casi familiar, le ayudaba al conductor a instalar el órgano donde tocaba algunas melodías, además éramos menos para los postres y podíamos hablar con el tipo como lo haría cualquiera en un bar. 
Había varios personajes entre los oyentes espectadores y uno era Nicolas de Congreso. Ávido de participar, le enviaba toda clase de mensajes al tipo, que se los dejaba sobre la mesa, y cuando no iba, entraba por el teléfono. Siempre graciosos, eran leídos. Así Nicolás fue teniendo un lugar mas de peso en las reuniones. El conductor lo apreciaba. Pero un día me dijo…
"Fabián, me llamo la mama de Nicolás…dice que no estudia, que se retrasa en el colegio…"
Claro, ir todas las noches empezaba a tener un costo para el joven estudiante. Y Nicolás era muy inteligente, sabia de todo, le gustaba mucho leer, no era un vago, le fascinaban Los Picapiedras, pero ir a la radio lo vencía. Creo que lo consideraba parte de su educación y tal vez fuera cierto. 
Otro día me llamo a mí la madre. Con el mismo mensaje. 
Asi una noche el conductor y yo le hablamos sobre la importancia del estudio, de ir todos los días al colegio y de que tenía que parar… El programa terminaba a las 2 am y Nicolas entraba al cole a las 7! Se imaginan como llegaba.
Se hizo un pacto entre Nicolas y la madre con la mediación del artista…
Ya no serian todos los días, serian menos, Nicolas no podía perder el año por ir a un programa de radio..
O si podía?
Los meses que siguieron nuevos personajes se agregaron a la mesa, entre ellas una morocha muy interesante que rápidamente se hizo amiga mia. Pero su interés era el conductor. El tipo era especialmente feo, pero muy gracioso, de conversación interesante, sobresalía en inteligencia y parece que eso a ella la seducía. Y a él, las tremendas tetas que tenia. Y el choque de planetas se produjo. Nunca supimos si el conductor era casado, tal vez separado, el no hablaba de eso. Pero los encuentros entre ella y él se dieron de una manera típica de película de espías en blanco y negro…de que otro modo siendo de noche y tratándose del protagonista en cuestión .
Una red de complicidades se necesitaba para concretar cada encuentro, la mirada del conductor a su compañero de radio, la mirada del compañero del conductor hacia la chica y un simple gesto, ínfimo con la cabeza, daba por seguro que el encuentro se realizaría. Nadie se enteraba, salvo ellos y yo. 
Así fue la relación hasta que un día no fue mas, la relación, digo.. 
Con el corazón partío me encontraba con ella en un bar de Santa fe y Cnel. Diaz a escucharla llorar. 
Así como vino ella, un día se fue. Y nosotros seguimos con Nicolás y otros compartiendo las noches con el programa, con nuestra privilegiada participación, menos los viernes que nos aburríamos, había tal vez 50 personas o mas en el estudio y ya no era lo mismo. Los ínfimos gestos ya se realizaban hacia otras candidatas, y me daba gracia pensar que yo conocía el código. Pero la enorme cantidad de gente y otra cosa precipitarían mi partida.
Una noche, una idea que venía dando vueltas entre nosotros se la contamos al artista. Nos llevo a una oficina y nos escucho atentamente. Queríamos hacer radio, empezar, ver que era, hacer…hacer un programa…No ahí, por supuesto, en algún otro lado.. Sabíamos que no era fácil, pero queríamos saber su opinión…
Y su opinión fue un misil.
Nos revolcó en nuestra ilusión, la lleno de barro y oscuridad, la pateo un poquito y finalmente nos dijo que nos la lleváramos. 
Para un tipo de radio como el, parece que no había chance de que 3 pibes quisieran hacer un programa. Salimos de la oficina y nos miramos desconcertados…
¿Este es el tipo que conocimos? 
Le vi la cara a Nicolas y la de los otros y me jure que no sería como él nos pronosticaba. El tiempo me dio la razón, años después hice muchas temporadas de radio, conocí gente interesante, aprendí, tuve batallas que ganar y algunas que perder, viví de ella, y hoy me queda un recuerdo que difícilmente pueda olvidar, que me llena de una felicidad atesorable para siempre.
Aun lo escucho cuando puedo, sigue de noche, sigo admirándolo y me sigue sorprendiendo. Es un grande. Aunque haya agarrado mi sueño y lo haya despedazado. 
Aprendí que nunca es demasiado tarde…ni siquiera para lagrimas.

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