jueves, 28 de marzo de 2013

El viernes santo y el pescado


Se viene el Viernes Santo, y para los cristianos es una jornada que impone una reflexión, un recogimiento y discreción en algunas de nuestras rutinas.  Algunos lo esperan alegres solo viendo en él un feriado.
Y está bien.
A otros, sabiendo muy poco del asunto, los asalta el misticismo y por ese día siguen las normas impuestas por el catolicismo con una única obligación: comer pescado.

Nada de ser mas buenos, decir la verdad, respetar al prójimo.
No, solo les alcanza con comer pescado.

Entonces se van al negocio del ramo, hacen la larga cola, pagan un precio satelital y se van a su casa felices. Luego lo almuerzan o lo cenan e instantáneamente un halo de santidad atraviesa la casa consiguiendo la paz con su alma y con Dios.
¿Porque hay que comer pescado? ¿Eh?
¿Alguien alguna vez se tomó la molestia de dudar sobre esta costumbre o averiguar sobre ella?
¿Qué hace que una vecina aburrida se desespere por conseguir una receta, luego vaya a pelear en la pescadería por un lugar en la cola, pague de mas algo que días antes lo paga de menos y luego, cuando satisfecha pone la bandeja sobre la mesa con la merluza o similar, se sienta completa en su espíritu?
¿Un pescado de río también logra esto, o es mas efectivo el de mar?
¿Una cholga es apta para lograr la salvación?

A ver, analicemos porqué ese día es particular. Y se imaginan que no soy un experto, apenas alguien que se pregunta cosas. Y que recurrí a buenas fuentes. Las que me contaron que ese día murió Jesús y que  debería ser de una moderada tristeza ya que sabemos que el muchacho no se muere para siempre sino que resucita al 3° día.
Pero bueno, recordando las imágenes del Jesús de Mel Gibson, intuimos que el pobre debe haber sufrido bastante. Entonces, la iglesia nos sugiere que ese  día convendría ser de calma, de variar un poco la rutina de joda y estar algo recoletos por el asunto.
¿Y eso que implica?….
Implica un sacrificio. Hacer algo que nos cueste un poco para acompañar el dolor que sintió Jesús al morir. No introducirnos una aguja, ni flagelarnos como el cura de Camila ante el deseo. ¡No! Implica no hacer ese día aquello que hacemos siempre y que eso signifique un sacrificio.
Entonces, si los viernes salís a derrapar saturado de alcohol como un imbécil, ese día no lo hagas.
Si te gusta reunirte a ver un dvd de Jenna Jameson rodeado de una gigante de jamón y morrones con 3 cervezas y 2 gatos, ese día no lo hagas.
Si te gusta fumar, que simple, ¿no?, ese día no recibas ese esperado envío de Jamaica.
¿Dónde dice que hay que comer pescado, en que parte de la Biblia o en qué resolución, encíclica o discurso papal, sacerdotal, o monjil dice que es obligatorio comer pescado? ¿Eh?
Y que se entienda que no sostengo una campaña por la defensa de los peces, sino sostengo una campaña a favor del fin de la era de la boludez en este tema.
En Argentina comemos carne, mucha carne y nos gusta, entonces ese día de recogimiento no comas carne,  hacé un sacrificio. Esa es la idea del consumo del pescado.
En mi caso, que la carne a mi ni me va ni me viene, no comerla me da lo mismo. Si fuera creyente tal vez ese día no pasaría cerca de alguna heladería.
Ahora ¿quién fue el brillante empresario pescaderil que nos hizo creer que hay que comer lo que precisamente él vende?… no sé.
Entiendan, amigas vecinas gordas de vereda y ruleros que se desesperan en estas fechas por un gatuzo.
Entiendan aspirantes a santas o santos castos que juntan las monedas para pagar unos kilos de merluza carísimos confiados en que Dios desde arriba los aplaude.
A veces hay que permitirse dudar un poquito de lo que nos hicieron creer desde el fondo de los tiempos..
Porque este mito,  u “orden divina” la creen casi todos, sin distinción de ninguna índole.
Salvo otros, que se permiten dudar.
Porque no dudamos, no mejoramos.
Me voy por un chinchulín.
 Atento a otras teorías, aquí las espero.


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