martes, 2 de abril de 2013

Ernesto del Monte.



Nos veíamos poco, apenas los fines de semana. Algunas veces caminando por Lomas, o apostado en la puerta de la galería Go-es, intentando saber cual seria el rumbo de ese sábado a la noche que se aproximaba. En la vidriera de la galería se amontonaban avisos de todas las fiestas posibles por la zona. Tal vez el Gascón tal vez el Lomas Athletic. Algún club de estos seria sin duda el elegido. Dije que nos veíamos poco, lo hacíamos mas que nada los sábados, donde la noche y las fiestas parecían el reino propio para pibes como nosotros que rondábamos los 20 años.
La guerra había comenzado y salir en esos sábados traía una carga de cuestiones que no podíamos resolver del todo. ¿Estaba bien divertirse mientras en las islas la muerte acechaba?
Pibes como nosotros, pero con otros destinos, se entregaban al frío y al terror de una noche que parecería eterna.
Esos días no lo vi a Ernesto, la ultima vez había sido frente a la galería...y después ya no.
Una tarde lo volví a ver.
Una maldita tarde donde sus ojos se clavaron en los míos, en una mirada que no conocía..
La televisión mostraba una foto que no se parecía a el. Estaba de uniforme, mirando seriamente a la cámara.
Una voz monocorde me contaba que Ernesto había muerto. Así, casi sin emoción. Apenas como un aviso.
El mar estaba bravo ese día, mar gruesa dicen los marineros. La lancha patrullera Alférez Sobral partía en búsqueda de unos pilotos eyectados y que habían caído al mar.. Esa seria su misión durante la guerra, el rescate, el salvamento.
Eran las 22hs y el cabo segundo Ernesto del Monte junto a su comandante y otros compañeros cumplían su función en el puente de mando.
Pero la noche traería unas luces sangrientas. Luces que producen mas oscuridad, que traen lamentos e inexplicables acontecimientos. Las luces eran dos misiles Sea Skua, lanzados desde un helicóptero Lynx que impactan en su nave produciendo algunos heridos y varios daños, entre ellos, el de todo el sistema de comunicación.
Con un timón ademas dañado, la nave contesta el fuego, pero sin resultados.
Hacen silencio, las luces están inutilizadas. Las ametralladoras atentas saben que otro ataque es posible.
Veinte minutos después un misil similar al anterior destruye el puente de mando. El comandante de la nave, otros marinos y Ernesto mueren entre los hierros calientes, destrozados. La nave a duras penas regresa a puerto. Sin comunicación, sin abrigo, todo estaba mojado, con un incendio a bordo y sin cartas ni elementos de navegación. Pero aun con la bandera bien firme, izada en la pluma de popa.
Miré en la tele la foto de Ernesto. No sabía.
No sabía donde estaba, porqué no había vuelto a verlo. Nadie me dijo, jamas pregunte, era apenas otro pibe mas compartiendo la noche de las fiestas, de la musica disco, era un hola y chau....
Era un héroe y yo no lo sabia.
Se fue hace mas de 30 años, y aun hoy recuerdo esa mirada...
Ernesto.
Nos veíamos poco, apenas los fines de semana. Algunas veces caminando por Lomas, o apostado en la puerta de la galería Go-es, intentando saber cual seria el rumbo de ese sábado a la noche que se aproximaba. En la vidriera de la galería se amontonaban avisos de todas las fiestas posibles por la zona. Tal vez el Gascón tal vez el Lomas Athletic. Algún club de estos seria sin duda el elegido. Dije que nos veíamos poco, lo hacíamos mas que nada los sábados, donde la noche y las fiestas parecían el reino propio para  pibes como nosotros que rondábamos los 20 años.
La guerra había comenzado y salir en esos sábados traía una carga de cuestiones que no podíamos resolver del todo. ¿Estaba bien divertirse mientras en las islas la muerte acechaba? 
Pibes como nosotros, pero con otros destinos, se entregaban al frío y al terror de una noche que parecería eterna.
Esos días no lo vi a Ernesto, la ultima vez había sido frente a la galería...y después ya no.
Una tarde lo volví a ver.
Una maldita tarde donde sus ojos se clavaron en los míos, en una mirada que no conocía..
La televisión mostraba una foto que no se parecía a el. Estaba de uniforme, mirando seriamente a la cámara. 
Una voz monocorde me contaba que Ernesto había muerto. Así, casi sin emoción. Apenas como un aviso.
El mar estaba bravo ese día, mar gruesa dicen los marineros. La lancha patrullera Alférez Sobral partía en búsqueda de unos pilotos eyectados y que habían caído al mar.. Esa seria su misión durante la guerra, el rescate, el salvamento.
Eran las 22hs y el cabo segundo Ernesto del Monte junto a su comandante y otros compañeros cumplían su función en el puente de mando.
Pero la noche traería unas luces sangrientas. Luces que producen mas oscuridad, que traen lamentos e inexplicables acontecimientos. Las luces eran dos misiles Sea Skua, lanzados desde un helicóptero Lynx que impactan en su nave produciendo algunos heridos y varios daños, entre ellos, el de todo el sistema de comunicación. 
Con un timón ademas dañado, la nave contesta el fuego, pero sin resultados.
 Hacen silencio, las luces están inutilizadas. Las ametralladoras atentas saben que otro ataque es posible. 
Veinte minutos después un misil similar al anterior destruye el puente de mando. El comandante de la nave, otros marinos y Ernesto mueren entre los hierros calientes, destrozados. La nave a duras penas regresa a puerto. Sin comunicación, sin abrigo, todo estaba mojado, con un incendio a bordo y sin cartas ni elementos de navegación. Pero aun con la bandera bien firme, izada en la pluma de popa.
Miré en la tele la foto de Ernesto. No sabía. 
No sabía donde estaba, porqué no había vuelto a verlo. Nadie me dijo, jamas pregunte, era apenas otro pibe mas compartiendo la noche de las fiestas, de la musica disco, era un hola y chau....
Era un héroe y yo no lo sabia.
Se fue hace mas de 30 años, y aun hoy recuerdo esa mirada...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Fui su profesor de Educación Fisica en la Armada y hoy lo recordé con mucho cariño en mi Facebook

Anónimo dijo...

Hola. Muy bueno.Yo me salvé de ir. Mis amigos no. Todavía me acuerdo de que el Laucha contaba que los peruanos nos prestaban sus migs y los gallegos 20000 butacas para el teatro de operaciones. Prefiero estos dias acordarme de él por eso. Abrazo.