viernes, 28 de diciembre de 2007

En la Calle


Creo realmente que nuestras mas peligrosas descalificaciones tiene origen en el miedo. Cuando decimos que los putos son enfermos, no hacemos mas que develar no un sentimiento medieval solamente, sino un temor, una sexualidad que por dudosa hace que queramos destruir a quienes creemos podrian amenazarnos. Cuando le hacemos asco a un linyera, a un habitante de la calle, no hacemos mas que temer un futuro asi para nosotros. NO, jamas seremos como ellos, eso no tendra nada que ver con nosotros jamas. Y nos defendemos discriminando, burlandonos.
A veces la vanidad de un trabajo, de una clase social, nos hace creer que somos inimputables a ciertas desgracias. El trabajo de hoy, el status de hoy pueden verse hecho trizas en poco tiempo. Y nadie dice que no podemos terminar en un semaforo vendiendo pavadas o enfermos mentales a causa de la depresion del fracaso.
Como sea, a todos ellos se les debe respeto, y no temor.
Hace unos años se hizo un experimento en Bariloche para observar la conducta de la gente ante un ciruja. Un periodista, luego ganador de dos Martin Fierro, se caracterizo muy bien de linyera. Apliques de goma, ropa vieja, olor a vino incluido. Una camara lo siguio, de las grandes, no habia ningun presupuesto para esas camaras diminutas. La calle principal de Bariloche fue su ruta y sus propios vecinos y algunos amigos, sin saber, fueron sus testigos. Nadie fue amable con el, todos miraban hacia otro lado. Ese hombre, fuera de la sociedad, tambien estaba fuera de la vista de todos. Pero lo peor fue cuando se encontro con su madre, que sin reconocerlo no fue diferente a los demas. Eso fue una gran enseñanza, para él como periodista y para todos los que luego vimos el informe. Cuando los dolores se sienten mas alla de la declamacion , la cosa cambia.
El destino luego me fue llevando a vivir en la calle situaciones parecidas, a conocer personajes, a conversar con ellos, a respetarlos. A saber que en cada caso hay un ser humano detras con enormes dificultades, con enormes dolores, y sin soluciones. Y que a veces, a su manera , salen a pedir ayuda. Una moneda no es todo. A veces se ayuda mas con una conversacion, con algunas palabras, con interesarnos un poco en ese solitario o en quien de este modo da alguna señal aun de querer pertenecer a esta sociedad.
Tambien en Bariloche un caso sorprende. Un antiguo concejal, hoy es un ciruja.
Como se llega a esto? Habra creido alguna vez, cuando asumio, que su destino podria cambiar tanto?
No ninguno de nosotros lo cree, entonces discriminamos, damos vuelta la cara, nos reimos de ellos, nos parecen pesados y nos vamos con nuestro exito a vivir la vida que creemos jamas cambiara.
No digo con esto que se lleven un homeless a sus casas este año nuevo.
Solo digo que en ese personaje de la calle hay alguien que sufre, y que debe ser respetado, al menos. Y no verlo como un espejo a quien queremos destruir con nuestra negacion.

A veces solo una palabra hace mucho.

Y no solo para ellos.

Para nosotros tambien.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

"Es nuestra realidad..."

Si me quede desvariando con "Cadenas", ahora si me tildé completamente. Nada mas que agregar, solo seguir felicitandote.

En comentarios anteriores, fuí muy critico y estuve muy en desacuerdo con algunas cosas que subias a tu blog, puede que solo porque no entendia el motivo de esas notas, o porque estaban acompañadas de opiniones muy arbitrarias. En definitiva este es tu lugar y quien soy yo para decirte algo no? Pero creo que si uno arma un lugar de opinion, no solo es para darse a conocer(pensamientos..etc), sino para tratar de cambiar algo las cosas, desde su lugar, en este caso, el de ciudadano. Tanto "Cadenas" como "En la calle" merecen mas que aplausos...merecen mucha reflexion y debate por parte de todos.
Solo una opinion...nada mas, pero espero seguir leyendo cosas asi. La realidad es cruel y perversa para muchos, pero si no la mostramos nunca vamos a saber que existe.

Javier

♋ Mariposa dijo...

Me gustò mucho lo que escribistes Fabi, lo que compartìs ya lo sè, puedo asegurarte haber sufrido la discriminaciòn en la cara, los malos comentarios de la gente, el desprecio y se lo que duele,
y viniendo a lo que escribistes, te acordàs del linyera que estaba en la estaciòn de Lomas hace unos años? que era mèdico obstetra, se le muriò su hijo y mujer al dar a luz y enloqueciò? no lo vì màs....
hace unos meses cruzando independencia en Capital encontrè un monedero lleno de dinero, se lo dejè a la señora que junta cartòn en Chile y Lima, que tiene como cinco chiquitos, podès creer que no querìa aceptarlo?
claro que son humanos, y tienen màs sentimientos de mucha gente que conozco y que no vale la pena conocer....
esa es la gente que cuando tiene un trabajo le deja màs propina a los mozos, da para caridad, junta lo que puede para otros que no tienen...
Besos!!!

Anónimo dijo...

Leyendo tus palabras, invariablemente, resuenan en mi memoria las voces más violentas que comúnmente invaden el éter barilochense.
Es cierto, o no "existen", desde una mirada temerosa, o representan un peligro para los reciclados y refritos de la intolerancia de siempre.
Acá, en esta ciudad que se la da de turística, muchos creen que los pobres no sufren porque ya están acostumbrados, los creen acostumbrados a que les devuelvan la luz después de haberle dado la corriente al parasitismo turístico, los creen capaces de crear anticuerpos contra el hambre cotidiano y el frío desnudo; lo que no tienen en cuenta, los habituales dueños de la verdad que hablan como si vociferaran sagradas escrituras, es que, en todo caso, están "acostumbrados" a no hablar y a que los ninguneen, a pelearla calladitos, recluidos en su dignidad maltrecha por obra y gracia de una sociedad que los ve con ojos de catarsis distante.
Lamento incluir mi primera persona, por lo que aclaro no ser santo de devoción alguna, pero es cierto, basta sencillamente oírlos, prestarles una mirada y el oído para encontrar una historia, una humanidad disuelta en el silencio de un miedo que mira para otro lado.
Después la escribís esa historia, y muchos la celebran, pero otros la leen con cara de asco, como si estuvieran frente a su futuro posible: el espejo de lo que no quieren ser y niegan, abrazados a un estéril y eventualmente efímero status quo...

ItoCuaz dijo...

No acostumbro venir a los blogs y decir... "ey, no tengo ningún comentario" ¿por qué no miras lo que escribí en mi blog? Esta ocasión lo amerita, parece que hablamos de la misma persona, del mismo caso, que sé yo...

Un abrazo enorme, recibe el 2008 con fuerza y ahínco: lo mejor para vos y los tuyos!

Saludo mexicano!(te debo tu peli...)

MaxD dijo...

Está muy bien. Es cierto que hay algo de proyección en ese miedo al destino indeseado. Pero es un miedo falso en general. La posibilidad que alguno de nosotros (digo en general clase media) caiga en tal desgracia solo está limitada a excepciones. Nuestro capital social, económico y cultural lo impedirían, salvo catástrofes mayores (tipo megadevaluaciones o hiperinflaciones). Con esto quiero decir que el miedo incluso funciona como excusa ante el necesitado.

OliverX dijo...

Fabián:
Tu post me trajo varios recuerdos que llevo que tienen que ver con intentar darle una mano a gente que está en situación de calle. Todo comenzó cuando mis viejos invitaron para una celebración a un muchacho que vivía en la calle que sólo tomaba alcohol puro de 90 grados. Creo que mi viejo tomó esa decisión sabiendo que el muchacho había sido ex-combatiente de Malvinas y para ese entonces, varios años después del conflicto, estaba absolutamente marginado de todo.
Comió con nosotros en casa de mis abuelos, recibió algunas ropas para desprenderse de las que tenía que realmente estaban hechas harapos y tomó un baño.
Mi viejo intentó conseguirle trabajo que lamentablemente él no quiso aceptar, supongo yo, debido a su avanzadísimo alcoholismo.
Hoy me pregunto si estará vivo o pasó a engrosar la lista de ex-combatientes suicidas.

Al margen de la anécdota, quería contribuir con un lamentable dato, la gente que vive en la calle como "homeless" tienen, al margen de sus más diverdas carencias, patologías psiquiátricas como esquizofrenia o trastorno bipolar. Estoy casi seguro que es lo que le sucedió al concejal barilochense.
Es una realidad tristísima, pero la gente que se abandona hasta ese límite ante todo necesitan tratamiento psiquiátrico ya que en un altísimo porcentaje requieren medicación antipsicótica.

MaxD dijo...

El comentario de oliverix ilustra perfectamente otra faceta de esta cuestión que no había querido incluir en el mío. Lamentablemente el nivel de desintegración social arroja a la calle (por aparente motu propio) a buena parte de los llamados linyeras. Ya sea por frustración, crisis generalizada o acotada (como el caso de los ex-combatientes), estos entran en una espiral de auto-abandono y abandono social que, en algunos casos encuentra estabilidad (hay gente que vive en la calle desde hace años y ya se acostumbró a hacerlo así, solo van a comedores o a hogares de día a bañarse) y en otros termina peor. La situación particular climática de Bariloche los hace muy vulnerables y particularmente "extraños", por eso el nivel de rechazo que generan. De todas formas una mayor solidaridad social seguramente disminuiría la cantidad de casos en los que hay esta aparente "decisión" de salirse (o excluirse) del "sistema".

Patricia "La Gata Flora" dijo...

Pienso, como vos, que hay algo de miedo en acercarnos a alguien con problemas, y lamentablemente no se trata sólo de homeless, sino también de los enfermos, los viejos, los gordos...
Pero creo que también hay mucho de pereza, de no querer tomarnos el trabajo de acercarnos a alguien así y, por supuesto, a quedar mal estando cerca de esas personas (conozco casos). Lo peor es que esta clase de "personas" son las primeras en razgarse las vestiduras cuando les pasa algo y no son oídas.
Somos así. Creo que tememos más a lo desconocido que a las mismas personas. ¿Podremos algún día hacer algo al respecto? ¿Se inventará algún abridor de cabezas? No tengo muchas esperanzas al respecto