martes, 11 de diciembre de 2007

Tetas en Lavalle

A no menos de 30 metros te veo llegar distendida, erguida, desafiante. Tus ojos en los pechos me apuntan con acertada precisión. Los miro sin culpas. Los paladeo para adentro imaginando puntiagudos y esporádicos sabores. Ya sabes que te miro, los ojos de tu cabeza fueron avisados por los ojos de tu pecho. Mas erguidos los acercas hasta unos pocos metros y me miras de costado. Resoplas con rabia, ofendida.
Te dejo ir apenas con un comentario entre dientes. Maldita.

No sos la única. Un escote alerta las miradas. Con las tetas de u$d 2000, desconocida rubia, elegiste un escote profundo, vertiginoso, que marea. Ahora para ir al banco, y después a pagar la luz y finalmente tomaras ese colectivo, cuando el frío de la tarde te haga poner duras las siliconadas hermanas. Y también te ofenderás. Te reventaran las miradas, y también la guarrada de quienes hacen algo más que mirar. Tu escote lo produce, tu escote se repite al otro día. Y también tú enfado.

Esperaría que crecieras, pero la cosa es ahora. A metros de Lavalle venís con una camisa con dos botones menos de lo que el reglamento dice. La corbata ondea junto a las tablas de tu pollerita escocesa. Sabes bien lo que pasa, y te gusta. Esos dos botones prolijamente perdidos, son la puerta a una sensación nueva. Recién empezas a darte cuenta lo que se consigue, lo que podes. Sin poner un peso en siliconas, así natural, como te las heredo tu tía, la más trola de la cuadra. Y vos sos algo mas que ella, apenas una flor destinada a marchitar otras flores y a hacer mas fantasioso este paseo por Lavalle.

Y cuando creías que todos lo almanaques habían pasado, una amiga te dijo…anda a verlo, ya vas a ver como te deja. Algo mas de cincuenta, esperanza de fuente de juventud, sueño de eterna turgencia. Y a pocos días, y aun doliéndote bastante, encaras por esa calle llena de oficinistas de regreso con un vestido que al trasluz clama maldiciones.
Te llegan, las oís, te calientan, tenés 55.
Pero no te importa.
Ah, que lindo el verano en Buenos Aires.

5 comentarios:

MM dijo...

No hay nada como un buen par de tetas...

Anónimo dijo...

Acá, en Bariloche, es difícil decir "Tetas en Mitre", aunque a veces las hay, quizá la baja temperatura atrasa el funcionamiento fisiológico de ciertas hormonas, cataliza en retardo, jah...

Eso sí, en Onelli, una calle no turística de la ciudad, las morochas andan con sus delanteras prominentes de aquí para allá, y nuestros ojos pendulando, como los ojos de estos verdaderos animalejos que somos, perritos de Pavlov. Será que acá la "civilización" se oculta y la vida se muestra...

Claro, esto no es absoluto, a veces pasan excepciones, a veces.

ItoCuaz dijo...

Ahhhhhhhhhhhhhh... simplemente hace taaaaanto que no leía cosas como esta en tu espacio. Lo confieso, lo extrañaba...

La Incondicional dijo...

Ja, ja. Lo curioso es que el resto están todos vestidos con campera. No tendría frío la señorita? Agrego: están algo caídas para ser de cirugía.

DHA dijo...

Una mina en tetas por Lavalle no dura 5 minutos sin sufrir un embambinamiento en masa...