lunes, 12 de octubre de 2009

Vanidades.

Era alta, mas que yo y eso no era dificil. Segun ella los tipos no se le animaban asi nomas. Para sobrellevar los centimetros de ventaja sobre mi habia decidido verla petisa, una enanita que insistía en que nuestra relacion no era nada. Asi de chiquita la veia, tan chiquita como ella veia nuestra relacion. Aunque yo intuia que me mentia.

Su vida era un caos. A veces creia que la suerte le era esquiva, pero otras veces sabia que ella no hacia nada por mejorarla. Habia algo que como un enemigo feroz se le enfrentaba para hacerla retroceder: su enorme vanidad, su arrogancia. Aparte de su vanidad, ¿habria otra cosa para mostrar?
La petisa tenia enormes tetas. Si teniamos en cuenta que en realidad era solo petisa para mi percepcion, sus tetas y su altura eran una formula fatal. Sabía confiar en ellas y estaba creida totalmente que nadie las tenia igual. Y tenia razon, nadie tiene las tetas igual a otras tetas. Lo que era algo comun, su enorme vanidad le hacia creer que era una privilegiada. Sus dias pasaban en dar vueltas por su minusculo departamento esquivando a su perro y a su gato para no pisarlos. Un casa que creia no merecer por pequeña, pero que habia sido arrojada alli cuando la crisis freno la produccion de peliculas. Ella era importante en la industria, o al menos me hacia creer eso y yo jugaba a que era cierto, me gustaba saber que algunas noches las pasaba retozando con alguien famoso en el mundo de las peliculas. Un dia vimos una de las ultimas que habia producido. Se habia llevado un premio y si bien me parecio una pelicula mas, ella la consideraba una maravilla. Tal vez si yo hubiera jugado algun papel en ella hubiera pensado lo mismo. Una historia interesante que se habia encargado de producir con capacidad. Eso se que no le faltaba. Pero hacia rato que nadie le alcanzaba un proyecto, y la chica famosa no tenía porque llamar a alguien para pedir trabajo. Su postura era esperar, alguien llamara, ella podia hacerlo, ella era famosa. Y mientras su perro enflaquecia, su gato apenas maullaba, y sus decisiones mas importantes pasaban por si darle de comer a sus animales o comer ella.
Entre nosotros todo iba mal. Asi como esperaba el llamado salvador, tan comodamente, asi era con el sexo. Esperaba que uno la llamara, esperaba que uno la besara, esperaba que uno la penetrara, esperar, esperar, pasivamente.... Y uno que no es de hacerse esperar, cumplía como correspondia. Pero a veces sentia que algo no estaba bien. Las peleas eran cosa corriente. Por boludeces casi siempre. Ante ningun proyecto a la vista con quien descargar tanta energia y mal caracter, la relacion parecia ser lo adecuado para eso. Y entonces lidiabamos si ir a la Costanera a comer un sanguich era importante, o si era necesario decirnos te quiero cada tanto.
-Yo no te quiero...me decia... Pero no le creia.
Los viernes eran fatales, verla era como una batalla conmigo mismo...¿queria verla?
¿Podria soportar sus vanidades.?.
-..Te encanta tocarme....me repetia cada vez que lo hacia....Te encantan mis tetas, no?...decia impunemente. Que mas te gusta de mi?...

Yo guardaba a punto de explotar algunas consideraciones que no le iban a caer bien.

-Que encontraste en mi que no te imaginabas que tenía? fue la pregunta que encendio la carga de C4 explosivo, una carga de demolicion.
-Y si en vez de eso te digo que NO encontré en vos que creía que si tenías?

Fue demasiado para su ego. ¿Como podia ser que a ella, justo a ella, le faltara algo?
Estuvimos peleados 6 dias, o tal vez mas. Sabia que todo se desmoronaba.
Mientras sus animales se encariñaban conmigo, yo cada vez me alejaba mas de su dueña. La petisa era cada vez mas petisa, su vanidad lejos de amedrentarme, me hacia crecer, ella se habia convertido en una figura triste, sola, patetica, pidiendo ayuda sin saber como aceptarla.
Una noche, por telefono le corte por ultima vez. Una demanda excesiva me habia hartado. Demasiado para quien dice no quererme, demasiada demanda de dedicacion full time para quien dice no estar enganchada, demasiado ego para tan poca suerte.
La petisa se perdia entre las baldosas, ya no la veia...se fue haciendo chiquitita, hasta que un dia deje de verla, de admirarla, y olvidé que habia estado 4 años intentando llegar a ella. Buscando casualidades, rogando que me la presentaran. En apenas un mes todo el ideal se habia desvanecido, todo el sueño estaba roto. Nada fue como lo imagine.
-Hacemos lo que digo o no hacemos nada...me gritó por el telefono...
-Nada, entonces, le susurré.
Alli quedó...en su miniambiente, acompañada de su mascotas flacas y de su ego alto y gordo. Tal vez la soledad cure su vanidad y esté haciendole un favor.
Sola, creyendo que los principes vendran, y la llevaran a un reino mejor donde por fin sea quien cree merecer.
Lejos de sus animales flacos y donde seguramente sus tetas por fin serán unicas.


(ficcion)

.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sólo en en ese cerebro pueden tener vida lo más insólitos pensamientos y lo peor de todo que como los contás, narrás, y ese toque de suspenso ....... uno parece que lo vive en carne propia!!!!
Soñado.
Claudia Alejandra