domingo, 29 de septiembre de 2013

Mas lejos aun...

Cuando éramos chicos cualquier lugar que quedara lejos, desconocido, sospechoso, incierto,era para mi abuela..."donde el diablo perdió el poncho".
Ir para esos parajes era toda una prueba de aguante y de coraje.
Al menos esa era la idea que me quedaba a mis 5 años.
Pero un día,mi madre, tal vez mas modernizada, nos dijo que iríamos a un lugar mas lejos aun...
Y que quedaba en la Cochinchina...
¡A la miércoles!, ¿había aun un lugar mas alejado, mas incierto, mas misterioso, sin salir de la galaxia?
Parecía que si. La sola referencia de ese nombre nos hacia sufrir... ¿que bondi nos llevaría tan lejos... y si nos tocaba ir parados? ¿Sentiríamos hambre o sed? Mejor llevaría mi cantimplora del colegio, pero antes la colocaría en el congelador toda la noche, así el agua fría se mantendría mas tiempo. Y algunos sanguchitos tal vez.
Un día supe que la Cochinchina quedaba en el Tigre, saliendo desde Almagro. ¿Y es lejos?,preguntamos...
Dioses, que viaje fue ese, uno tan arduo y extenso, tan cargado de bolsos, platos, vasos, heladerita, que comprendí como la palabra Cochinchina lograba su verdadero significado.
¿Pero que es la Cochinchina?
¿Existe?
Cochinchina (o Cochin China, en francés: Cochinchine) es la zona meridional de Vietnam, al sur de Camboya. Ocupa la zona del delta del río Mekong, la cual le confiere una extraordinaria riqueza arrocera. Limita al norte con Camboya y está abierta al mar de China Meridional y al golfo de Tailandia. Su clima es monzónico, es decir, tropical pre húmedo con una temporada de fuertes tormentas acompañadas de abundantes lluvias. El ser un área muy fértil le hace también muy poblada:en ella se encuentra la principal ciudad de Vietnam: Ciudad Ho Chi Minh(antigua Saigón).

Fin del misterio.
La Cochinchina no era el Tigre llegando en colectivo, subte y tren, mas 3 horas de viaje.

Es mucho, pero mucho mas allá...

jueves, 12 de septiembre de 2013

El dia que nevó en Belgrano.

Cuando nevó en Belgrano
hace mucho, tanto tiempo
se dejaron viejos juegos
e inventaron muchos nuevos.

Cuando nevó en Belgrano
relucieron las bufandas,
los abrigos, muchas mantas
guantes gruesos, medias largas.

Cuando nevó en Belgrano
no era tan niño entonces
crecía sin esfuerzo
simulando ser un hombre.

Cuando nevó en Belgrano,
me olvide de mi niñez
adopté postura esa vez
de señorito franciscano.
No aprendí lo que era
hacer muñequitos blancos
no junte ni un poquito
de nieve en algún tarro.
Tirarse con bolas de nieve
para mi era un espanto,
nunca iba a participar 
de semejante zafarrancho.
Fue así como me creí
un niño bien ubicado,
nunca imagine todo lo que perdí
...el día que nevó en Belgrano.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Un corazon...

Octubre del año 2011-
En Buenos Aires una joven mamà descubre que una enfermedad la obliga a realizarse un trasplante de corazón. Los medios se vuelven solidarios y una campaña recorre todo el país.  Imposible no saber que esa joven recientemente madre, podria morirse si no consigue un corazón.
 La foto de ella y su bebe nos conmueven a todos. Y su grito de ayuda esta en todos lados. Su marido ruega por un órgano a tiempo. 
La vida se le va .
 Pero de pronto ocurre el milagro y el órgano aparece. La operación se hace y la madre ya se esta recuperando.
 El sistema funciono perfectamente, la urgencia, el cuidado, la generosidad de un donante..todo fue de maravilla. Esta familia podrá recuperar la esperanza y la joven madre podrá jugar con su bebe y tener una linda vida. 
Tal vez se arrepientan de haberse negado a ser dadores de órganos cada vez que se lo solicitaban, tal vez se arrepientan de su egoísmo disfrazado de temor y al creer en el mito del robo de órganos, de su ignorancia, de su "a mi no me va a pasar", de su vanidad ante la desgracia que creían jamas les llegaría.
 Nunca aceptaron ser donantes, pero cuando lo necesitaron salieron a pedir. Tuvieron la posibilidad que ellos nunca ofrecieron. 
Una lección para ellos, y tambien para todos.

viernes, 30 de agosto de 2013

Fue Satanas, fue Satanas!!!

Su perro apareció con algo verde y lleno de barro entre sus dientes. Sorprendido descubre que es el loro de la vecina. Lo limpia un poco e inmediatamente salta la medianera, entra por una ventana a su casa y deposita al ave maltrecha en la jaula. A las pocas horas los gritos de la mujer sacudían al barrio.."fue Satanás, fue Satanás" deliraba. Una ambulancia la llevo directo al manicomio. Luego se supo que el lorito había muerto por causas naturales, la mujer lo habia enterrado y el perrito buscando un huesito lo había exhumado. El resto ya lo saben.

domingo, 18 de agosto de 2013

Noche por el barrio

Los primeros fríos del otoño se cuelan por cada rendija de mi ventana. Las malditas estufas, obcecadas, se negaron a encender y el plomero, mi amigo de la infancia, no contesta el celular. Intento con una pinza golpeándolas por todos lados, pero las muy ingratas no prenden.
El frió es una promesa, y en esta casa las promesas se cumplen.
Es jueves, la calle solitaria manda señales para el encuentro. 

Apenas se escuchan, yo las escucho.
Y con apenas algo de ropa salgo a perderme entre sus sombras.
La caminata me acerca a los restos de una casa a punto de caer. Otro cartel anuncia la partida para siempre de un chalecito de dos plantas. Quien sabe las cosas y recuerdos que aun atesora con los dedos en garras, enfrentando una demolición pronta. Otro edificio y la codicia se llevan el barrio. Miro alrededor, estoy perdido, un silbato del tren me acerca la estación. Son las dos de la mañana, no se puede ser tan hijo de puta, hay gente durmiendo y la locomotora no entiende de descansos, el barrio debe haberse despertado con ese chirrido inútil, hecho solo por joder.
No se lo que busco. Tal vez encontrarte entre las luces pálidas de un zaguán descascarado a punto de caer. O tal vez en los colores primarios del semáforo de la avenida. Se que no estarás en estos lugares. Se que estas lejos.
Y se también lo peor que pudiera saber, que jamás volverás.
A lo lejos la luz de un bar parece un túnel. Me acerco rogando que esté iluminado con lámparas de bajo consumo. Son las únicas que convierten cualquier lugar en el sitio deprimente y miserable que necesita mi estado de ánimo...
Miro para al interior y simula estar cerrado, pero no, adentro parecen todos muertos.
Un bar de muertos. Lo que ando buscando.
Una mesa al fondo parece un cuerpo en carne viva con mil venas tajeadas que gritan nombres de personas que jamás conoceré. Una silla tensa en su último aliento no podrá sostener mi peso. Me corro hacia otra que no parece del mismo juego.
En la barra un seguro gallego hace que no me mira. Me tiene que atender, pero no tiene ganas. Lo miro, lo provoco. Quiero algo para olvidarte, algo que sea fuerte y me mate de un solo sorbo. Recorro el lugar con la mirada, el bar debe tener 60 años. Detrás de una vitrina grasosa unos pedazos viejos de pizza tientan a una cucaracha rápida de reflejos. 

Todos hacemos que no la vemos.
Mas allá una viejita sostiene un tupper. La miro y la reconozco. Es la viejita del tren, la que alimentó a ese perro bandido también pasajero que se bajó en Lanus después de haberle comido su almuerzo. Ahora con mano segura empuña una cuchara, vaciando de una olla el contenido frío y sobrante de la cocina del bar en su tupper ajado. Será su comida. O la del perro, si vuelve a encontrarlo. Me mira, pero yo le corro la vista, temo que se me acerque a conversar como hacen todos los desangelados de la noche. Esta soledad parece hermanarlos y las conversaciones los hacen creerse una comunidad.
Y yo no soy como ellos.
Tengo una casa, una vida, un trabajo y una herida que no cierra.
Rápido mozo, algo fuerte...
El tipo viene sin ganas mirando al techo, como esperando que los ventiladores giren, ¿sabrá que hacen 9 grados, que hace frió? ¿Porque estas en mangas cortas, maldito gallego...?
Le pido lo poco que conozco. Apenas tomo alcohol y al vino que me trae lo intuyo como horrible antes de probarlo. Su color es parecido al pis.
Pero nada me importa hoy. 

Pronto, ni bien me pare, los recuerdos me pondrán contra la pared de este barrio sin ligustrinas y me darán una flor de paliza. Para ese entonces mejor estar borracho, hambriento de sueño y algo inconsciente.
Me bebo la porquería de un trago.
En el salón no estamos nosotros solamente. Un hombre flaco, enjuto y seco, marca la mesa con la uña. No logrará mucho, la uña se le dobla ante cada letra. Que será lo que tendrá para perpetuar. Parece que hasta los máximos perdedores nocturnos no desperdician el afán de trascender. Ya sea matando a la vieja del tupper a palos en un oscuro callejón del barrio, cualquier noche de estas, o marcando una mesa con una palabra que minutos después ni recordaran.
Trascender...para que mierda...
Somos 3 perdedores. Opacos, cansados, tristes. Hay algo que nos une, si, seguramente habrá algo.
Pero me niego a la idea, yo tengo una vida, me repito mientras resbalo el vaso vacío. Yo tengo familia....tuve una esperanza...yo tuve un amor....tuve...
Las luces son tan deprimentes como imaginaba. Esta luz nos baña de un blanco falso y nos derrota con solo tocarnos, nos refriega la noche como una deuda que debemos pagar.
El gallego, mas aburrido que nosotros, se empeña con una radio. La típica radio doble cassetera de esas que trajeron de Miami, cuando mas vanidosos que nunca nos sentíamos del primer mundo. Dudo que las casseteras funcionen. La radio se clava después de mil chirridos en una AM desconocida.
Desde el tango que vomita, una frase te recuerda....”rencor mi viejo rencor déjame olvidar la cobarde traición...”El uruguayo Julio Sosa me la clava en la sien. Y así volves a mi mente.
Me quedo asombrado... ¿por qué precisamente esa frase te trae de nuevo?...si jamás me traicionaste, si no siento rencor....
¿Será acaso mejor el odio para el olvido?
¿Será una manera torpe de defenderme, de intentar olvidarte si una parte de mi convence a la otra de que fuiste una perra traidora...?
No, de nada sirve.
Los amores mueren de hastío, y el olvido los entierra, recuerdo.
Pero seguís en el fondo del vaso que no es el mismo desde hace una hora, que ya es el cuarto o tal vez sea el quinto. Demasiado veneno para un tipo como yo que no bebe, que tiene el estomago partido de este vino color pis, que perdió el timón del regreso, que de tan vulgar ya no tiene destino posible y que ayudado nada menos que por la vieja y por el hombre enjuto y seco, intenta llegar al edificio donde vive, para por fin animarse en la oscuridad de sus propias luces de bajo consumo, a llorar en paz...



viernes, 16 de agosto de 2013

Como arruinar un hijo.

Pocas cosas arruinan mas a las personas como la sobreprotección. 
Vuelve a los hijos inseguros, unos egoístas que creen que todos estarán a su servicio, irritables, tal vez con problemas de relación en la adultez, ya sea entre amigos o con la pareja. 
La sobreproteccion no es mas que una transferencia de miedos. 
De los padres a los hijos.
No son responsables de su propio bienestar, impedidos de conseguirlo porque siempre han tenido quien les solucione todo. Se produce entonces una dependencia en dos sentidos. Ni los hijos pueden estar lejos de sus padres, ni ellos de sus hijos.
Toda esa cobertura exagerada los vuelve vagos, torpes, impedidos de reconocer que en frente de ellos hay un otro, al que no dudan de martirizar o negar su existencia.
La sobreproteccion les impide madurar, regular sus emociones y a no depender de los demas.
La sobreproteccion no siempre es amor.
Es casi siempre una falta de respeto al propio hijo, ya que cualquier deseo que no coincida con el de los padres, no sera cumplido, no le respetaran sus ideas ni sus sentimientos, no potenciaran su creatividad.

Crearan un idiota frustrado.
Casi siempre un energúmeno maleducado.

lunes, 29 de julio de 2013

Shakespeare y la felicidad.

Hace días veo por ahí una frase atribuida a Shakespeare donde afirma que el es feliz porque no espera nada. El resto de la sentencia parecen contradicciones. Esto anuncia ser la llave, el secreto que andamos buscando desde el inicio de la humanidad. El tipo tiene la respuesta, aunque algo simple si la comparamos con Aristoteles que planteaba que alcanzar la virtud era necesario para ello. 
O Epicuro que sostenía que la felicidad se reducía al placer y la ausencia de dolor.
Lo importante para ser feliz, en el budismo, es lo que llaman “tener conciencia”. Para alcanzar la vida feliz y la sabiduría es fundamental estar conscientes, lo cual significa acordarnos de nosotros mismos.
Spìnoza afirmaba que la clave de la felicidad está en dar con aquello que me hace crecer, y evitar aquello otro que me empequeñece.
Y así la historia de la filosofía esta llena de opiniones, tal vez con mas preguntas que respuestas.


Pero para Shakespeare, si ciertamente el pronunció esa frase, la felicidad esta en no esperar nada de nadie. 


Plantea cruel y simplemente, el fin de la esperanza.

Y no es difícil saber adonde nos lleva eso.

lunes, 22 de julio de 2013

The End


Hace días que estoy manteniendo conversaciones con el director español que realizo este corto, Eduardo Chapero Jackson. Un tipo amable, educado y desprovisto de toda vanidad. Pude conocerlo de manera casual, y he de reconocer que fue una enorme experiencia que pienso aprovechar al máximo  Estas cosas no ocurren todos los dias, y cuando ocurren suelen ser decepcionantes. 
Y este, por suerte, no es el caso. 
Quiero invitarlos a ver el corto que he colgado, al  verlo  notaran la prolijidad en su realización, su producción cuidada, el hábil manejo de cámara y  una especial atención  al acting. Veremos  actores en escenas impactantes , llegaremos a rogar que no ocurra lo que el relato insinúa  y  asistiremos a una escena final con fuerte contenido dramático ....
 Un guion contundente, polémico, que de pronto nos vuelve bipolar frente a la empatia que podrían contagiarnos los protagonistas.. ¿De que lado estamos?
El miedo lleva a la ira...y ella a la maldad. 
Tal vez esto sea lo que el director quiere decirnos..
La película de 26 minutos narra el conflicto de la escasez de agua en una zona de tiempo imprecisa. No hace mas que reflejar una preocupación actual. Al modo de una pelicula de vaqueros, fue rodado en los mismos lugares donde Sergio Leone filmara sus famosos western spaghettis, la zona de Almería, en la propia España. 
Su director tiene también dos cortos mas, Contracuerpo y Alumbramiento que son muy interesantes y reflexivos. Y también un largometraje, "Verbo", que pronto veré.
El miércoles presentara su documental "Los mundos sutiles", desde el cual; con una manera muy particular que une danza, literatura y cine, nos presenta una semblanza de Antonio Machado. 
Sera en la fundación Proa, el miércoles a las 18 hs y luego habrá una entrevista publica. La entrada es gratuita. 
Un viaje por su obra, que habita en You Tube, es sin dudar, una experiencia imperdible.

jueves, 11 de julio de 2013

+ de 50

Es muy grande el potencial de un tipo a partir de los 50 años.
Sus experiencias son un tesoro y no siempre están valoradas por el mundo laboral. 
No son muchas las empresas que toman gente de esta edad.
De este modo, gente con conocimientos y experiencias se queda afuera. Y ademas, presumimos que son incapaces de incorporar nuevas habilidades.
A veces veo esta misma actitud en el gobierno nacional. 
Una exagerada ponderación a lo que es joven, como si fuera mas valioso y de hecho no siempre lo es. 
El joven en algunos puestos carece de experiencia que un adulto si tiene. Esa conducta se replica en las empresas, y la verdad, hay cada pelotudo joven dando ordenes que es de no creer.
Por lo tanto, sugeriría que el estado, originara una iniciativa para que las empresas tomen personal de mas de 50 años. Para ello se les podria hacer un recorte en las cargas laborales y cubrirlas con el anses el resto.
Y mas beneficios que se podrían pensar.
Eso si, no arranquen con 15 días de vacaciones solamente, directamente con 21.
Es lo menos para un tipo que trabajo casi toda su vida.

sábado, 29 de junio de 2013

Dos paraguayos, una china y una tumba. Una historia que tal vez haya ocurrido

Los dos paraguayos se habían enterado del asunto por casualidad. Cosa rara, ya que eran torpes y algo lentos para entender  hasta las cosas mas sencillas, pero a cambio de eso poseían un espíritu de progreso que era único. Y no importaba como se llegaría a eso, no parecía importante de definir qué era progreso y cómo lograrlo, esas cosas no se cuestionaban frente a nadie y menos con un cartón de vino robado de la góndola del chino. Esa falta de reflexiones los habían llevado a varios errores nunca terminados de  pagar ni con algunos días en las cochambrosas cárceles de la comisaría cercana, o en alguna golpiza en las calles de barro, en manos de policías mas expeditivos para los cuales la justicia era una perdida de tiempo. Como un chirlo, así lo sentían los paraguayos a los bastonazos y golpes  que los canas le propinaban cada 2 o 3 meses, luego de ser  sorprendidos en alguna cosa rara.
Se habían enterado de pura suerte. Y esa idea les arrebataba la cabeza cada día mas. Los cartones de vino se sucedían acompañando planes y mas planes, pero no se animaban…les faltaba un ajuste, un poquito de coraje a la decisión que querían tomar. Una cosa era robarles las cajas de Talacasto, pero lo que intentaban hacer era impensable y jamás lo habían imaginado.
El barrio los conocía, los veía pasar abrazados, cantando Galopera a los gritos y prometiendo dinero a toda chica que se les cruzara a cambio de un pete.
-Dale...Le gritaba a la Isabel, un petisito y te doy 50 mangos…
Y así andaban hasta que un marido enojado o novio ofendido o directamente porque si, alguien los cagaba a trompadas. Eran flacos y desnutridos, eran fáciles para cualquier pelea.
Pero eran duros y parecía que los golpes no hacían mella, no temían, no se asustaban de nada, tal vez el vino, tal vez la inconsciencia. Ver su sangre no los preocupaba, a veces ni la notaban.
Una noche frente a la vía, tirando las cajas de vino para que el carguero las despedazara en medio de una explosión de aire contenido, se hicieron de nuevo aquella pregunta… ¿Y si  nos animamos?
Abel estaba decidido,  el otro no.  Ni loco entro de noche a ese lugar, insistía.  Después te persiguen para siempre.
Abel se reía de lo que consideraba una pelotudez, no creía en supersticiones a pesar de ser criado en una casa donde se temía al Luisón, pero él nunca le había dado importancia al asunto. Los hombres lobos no existen, y con esa certeza había molido a golpes a varios perros negros del barrio…
¿Sos el luisón...?  ¡A ver veni!,  les gritaba a los animales. Y acto seguido les partía el lomo con una vara de quebracho. Después se tomaba un vinito y se reía. Y al rato de eso, los dueños de los perros apaleados lo corrían por cuadras para fajarlo. Y siempre lo alcanzaban.
Era valiente el Abel, el otro era un cobarde.
Hacía varios días que no iban al chino. Planeaban el asunto lejos del lugar donde había salido la idea. Un súper chino en este barrio no era raro, empezaban a proliferar debido a que muchos de los vecinos cobraban planes y eso  los volvía  tentador para algunos comercios que se fueron afincando.
Una casa de empanadas, por ejemplo… ¿cuándo ibas a ver una casa de empanadas ahí?.¿Y un Laverrap? Bueno, aunque era poco creíble, había un Laverrap. Pero el Súper chino era la atracción, tenia botellas de fernet muy a la mano, y no tenia cámaras. A los paraguayos no les gustaba el fernet, solo el vino en caja. Y eso se robaban, ellos creían haber sido descubiertos varias veces pero nadie les había dicho nada, eso los envalentonaba, creían que la situación estaba dominada.
Un día al entrar al Súper chino los vieron a todos llorar. Chinos jóvenes, chinitos y chinitas, chinos viejos, toda la chinada llorando, todos menos una. La china mayor.
El chino marido se agarraba la cabeza con las manos. Decía cosas en un idioma imposible y los paraguayos, espectadores de todo eso se olvidaron de robarse los vinos atentos a la escena. No les costó mucho entender que  la china mayor había muerto fulminada por un ataque cardiaco…
-Es esa comida de mierda que comen le dijo Abel al otro… ¿no viste el olor que dejan...? Bueno, eso te debe freír el corazón
El velorio de la china mayor fue breve. Y los paraguayos luego de faltarles el respeto durante meses robándoles vino, esta vez fueron respetuosos y  presentaron sus condolencias. Quietitos estaban en ese velatorio aburrido hasta que de pronto escucharon algo. Una vecina gorda le decía a una vecina flaca…
-Viste las joyas de la china esta… ¿qué harán con ellas…?
-Son las que trajeron de allá, decía la flaca, me dijeron que el chino las va a mandar en el cajón, no quiere nada que le haga recordar a la finada…
-¿Y porque no las vende? decía la vecina gorda…
-No…sostenía la flaca…la religión se los prohíbe, afirmaba sin saber un pomo de la cosa.
Los paraguayos quedaron helados… ¿las joyas iban en el cajón?
Fue la china mayor a su descanso final en la tierra, los días de a poco fueron tomando normalidad, volvieron a robar algunas cosas del Súper pero ahora también le daban al salame picado fino.  Juntaron algunos pesos haciendo changas que dejaron a la mitad. Seguían gritándoles a las chicas del barrio “queremos petes” y seguían cobrando por parte de novios, maridos y padres o tutores. Los canas seguían buscándolos para meterlos adentro dos días y así hacer una mejor estadística y todo era tan rutinario como siempre
Y un día, frente a las vías, lo decidieron.
-Está enterrada con las joyas, es un laburito fácil, hay que cavar, nada mas…
-¿Nada mas?... ¿y si nos agarran las almas?.Que te caguen a palos es una cosa, pero que te engualichen, te roben el alma y que se quede ahí es muy diferente, ni en pedo voy.
Abel lo miraba y se reía.
-Voy a ir, vos también y no se habla mas.
Y no se habló más. Robaron una  pala del galpón del vasco y una noche algo nublada se fueron al cementerio. Saltaron una pared a medio caer y trataron de recordar el lugar. Era fácil, la lapida estaba en chino y ellos habían ido al entierro. Sabían como llegar.
Unos minutos después ,un par de esquives de algún murciélago y dos cajas de vino, llegaron.
Se pelearon para no cavar…Ninguno quería darle a la pala. Abel empezó decidido, mientras el otro miraba a todos lados como esperando algo, pero nada pasaba. Solo el tiempo, algún gato y ningún alma perdida.
De pronto el otro, que había agarrado la pala después de recibir amablemente dos sopapos, dio con algo duro. Había llegado a la tapa del ataúd. Eso le dio mas ganas, cavó con mas energía, olvidándose sus miedos y recordando la flor dorada y roja que la china mayor solía llevar en la solapa algunos días. Cavaba enérgicamente pensando…esa flor era de oro… ¿qué mas habrá….?
Juntos sacaron el ataúd, lo rompieron a palazos, saltaron la tapa y ahí la vieron, las manitos cruzadas, el olor a cebolla y a podrido, el prendedor en la solapa del trajecito y un manojo de joyas a los costados del cajón…Parecía ser mas de un kilo. ¿Cuánto valdría todo eso?
En una bolsa de arpillera, cargaron todo, abandonaron la pala, el cajón medio tambaleante en una montaña de tierra y corrieron hacia la vía, hacia el día que parecía no llegar mas.
Un repentino terror  los empujaba.
Llegaron al paredón medio caído y creyeron ver a alguien, si era el cuidador entre los dos lo derribarían, pero no, no era el cuidador.
Frente a la pared, con las manitos juntas y ya sin su prendedor, la china mayor los esperaba.
En perfecto castellano les dijo.
-Devuélvanme las joyas…..
Se pusieron blancos, se mearon,  gritaron  inútilmente, se abrazaron un segundo y casi se infartan, con los ojos hinchados aun así siguieron corriendo en otra dirección, ciegos de terror saltaron la reja y se perdieron en la noche.
En la media luz del rancho de chapas, los amigos se recuperaban. La bombita de 40 w hacia mas aterradora la experiencia del recuerdo, se contaban repetidamente lo que ambos habían visto, necesitaban confirmar del otro la imagen que los había asustado, las palabra que habían oído, el olor que los había asqueado…Y confirmaron todo.  Esa noche apenas durmieron.
Al otro día la tarea era conseguir quien reviente las joyas, apenas conocían algunos lugares cerca de la estación donde podrían darles algo, pero sabían que serian engañados, nada sabían de joyas. Pero no importaba, lo que le dieran estaría bien y así salir de esa villa horrible o al menos tener alguna guita para una mujer y un vino…Pero no sería fácil.
Al caer la tarde se encaminaron a la estación, hicieron dos cuadras y debajo de un árbol, alguien parecía esperarlos. Un olor  los alerto, reconocían ese olor….
De pronto, saliendo de atrás del tronco escucharon de nuevo esa voz…
-Quiero mis joyas….
¡La china mayor!, de nuevo, pero mas podrida, mas olorosa, con sus manos hacia ellos y gritándoles… ¡mis joyas!
Corrieron, pero fue inútil, en cada vuelta estaba ella, la noche veía a dos paraguayos  desesperados huir entre las sombras, metiendo las patas en el barro, cayéndose y al levantarse volver a ver el rostro de la China mayor con las manos extendidas. El corazón parecía no resistir, perdieron la borrachera que tenían en cada susto, en cada imagen de ella. Lloraban y corrían, gritaban pero nadie parecía escucharlos, ni siquiera atinaron a revolear las joyas, cada metro era inútil, en cada esquina se oía…quiero mis joyas…Y ese olor...

Cada vez mas podrida, mas aterrador,  la china mayor tomaba venganza…así  de a poquito los fue guiando hacia un único lugar…Ellos se metieron solos, a los gritos, pálidos, arrojando las joyas sobre el mostrador de la comisaria , declarando nerviosos todo lo que habían hecho frente a un cabo que los conocía. Señalaban a la calle, estiraban sus brazos….pero el cabo, ni el sargento que llegó, veían algo. Solo ellos podían ver a la china mayor, o lo que quedaba de ella, despedazada,  convertida en una carroña y con un solo musculo de la cara aun intacto y firme para dibujar una helada sonrisa.

viernes, 28 de junio de 2013

Un Cuento de Martina Ferhmann. (16 años.)


Julio Andrada tomaba por la avenida Amancio Alcorta cada mañana, salvo los jueves. Cada vez que cruzaba por la venida pensaba lo mismo: ¿Por qué Mabel lo había abandonado? El farol de la esquina pintaba el recuerdo del día en que se dieron su primer beso y él, tímidamente, se animaba a deslizarle la mano por debajo de la remera. Con tan sólo dieciséis años tenía su primera sensación de amor.
Pero ahora la realidad era distinta. Un fracasado de la vida en todos los aspectos, desde su trabajo de negro en una fábrica de ropa interior femenina hasta la pensión solitaria en la que vivía por que su mujer lo había dejado.

-      Que hija de puta que es Mabel, dí todo por ella.
-      Ya está Julio, una mina más, una mina menos. No te hagas mala sangre-intentaba consolarlo Hernán, su mejor amigo.
-      Ella no era una más. Desde los dieciséis que estábamos juntos, y me dejó de un día para el otro.
-      ¿Por qué no te conseguís una loca?-le dijo con un tono lujurioso-Mirá que yo conozco una, me contaron que es buena.

Julio quedó desconcertado en el intento de bar rústico en el que se encontraban. Parecía como si su dueño nunca hubiese invertido un mango ahí, total los borrachos no prestan atención en donde están, mientras que tengan que tomar, estaban conformes.

-      Che -Hernán lo golpea en el brazo.
-      ¿Qué?
-      Tenélo en cuenta.
-      ¿Vos escuchás lo que estás diciendo? No estoy para eso, dejáte de joder.

Y decepcionado por los consejos de su amigo tomó rumbo hacia su casa.
Definitivamente Pompeya era un lindo barrio. Casas bajas, muy cada tanto un edificio, los clásicos tangueros en las veredas. Sí, era lindo. Aunque para Andrada ya no era tan así. Había perdido su esencia.

Llegó a su casa en Monasterio 69, caminó a lo largo del pasillo que lo separaba de la calle hasta su puerta despintada. No tenía que hacer, ya no tenía cable y apenas unas señales borrosas de la televisión por aire. La casa estaba iluminada por una sola bombita de 40 watts, lo que la hacía más deprimente. En la heladera apenas había un tomate que comenzaba a pudrirse... Sin nada por hacer, lo único entretenido que quedaba era pensar, pero estaba cansado de hacerlo.
Las propuestas de Hernán le daban vueltas en la cabeza. En el fondo tenía razón ¿Para qué seguir despechado por alguien que no valía la pena? Y cansado de masturbarse en la soledad se dio cuenta que necesitaba algo más.

Salió decidido. Bueno, no realmente. Perecía decidido pero por dentro los nervios le carcomían los órganos. Caminaba intentando que no descubrieran hacia donde se dirigía. Un par de cuadras por Cachi, dos por Colmos y finalmente Falucho, la calle de su próxima parada. Era una calle cortada y era evidente que los que andaban por ahí iban o venían del cabarulo del fondo.
-      Si seré mas boludo yo, ¿para qué vine?, pensó. La respuesta sólo él la sabía.

Pero ahí estaba. Parado frente de una puerta roja que decía “Bacarat “, el Puti-Club más conocido de Pompeya. Cobró coraje y golpeó la puerta. Una gordita de estatura mediana con ropa provocadora, con un escote hasta el ombligo, que no iba a llegar a ser otra cosa en un lugar así, le abrió la puerta.
-      Hola Papito.- le dijo tomándolo de la cintura y le mostrándole el camino hacia el mostrador. –Ay te noto tenso bombón.
-      No, para nada…
-      ¿Qué estas buscando, papi…?
-      Quiero una mujer- quiso sonar decidió pero era obvio porque estaba ahí.
-      Se nota que es tu primera vez- le dijo ella al oído dejando escapar una sonrisa- Lo que estás necesitando nosotras lo tenemos.
Julio tomando valor le dijo:
-      Busco a Daiana- Al fin sonó seguro.
-      Ahora está ocupada, tomá asiento y en breve es toda tuya.
Julio se acomodó en un sillón. Amagó a agarrar una revista pero todas decían algo sobre el sexo o posiciones del Kamasutra y eran demasiados los nervios como para ponerse a estudiarlas.
La puerta número cuatro se abrió de pronto, de ella salió un pendejo de unos veintitrés años aproximadamente y con él una voz dulce desde adentro que decía:
-      Es tu turno Julito.
Dudando si entrar o salir corriendo optó por entrar. Daiana era una linda chica, con buen cuerpo y una mirada encantadora. Apenas acababa de ingresar, ella estaba casi desnuda, con un conjunto que reconocía perfectamente, de los que hacían en su fábrica, uno de sus favoritos.
-      Relajáte. Soy Daiana.- Seguía con la misma voz dulce y pegajosa.
-      Sí, lo sé.
El ambiente comenzaba a tornarse cálido. Un par de caricias, besos, mano va, mano viene. Su piel era suave. A Julio le parecía estar reviviendo viejas sensaciones.
Después de 45 minutos que parecieron un suspiro, ella fue terminante.
-      Bueno, nene, terminó tu turno-el sonido seco de sus palabras lo derrumbaron pero lo que siguió fue peor…
-      Son ciento ochenta.
-      Está bien - le dijo tartamudeando – Yo te pago pero veníte conmigo, te juro que te voy a hacer feliz, te voy a llenar como ningún otro hombre y hacerte sentir las mejores cosas.
-      ¿Estás loco?
-       Te estoy hablando enserio, ¡escapáte conmigo! - Julio le suplicaba casi apasionadamente, extasiado, casi llorando.
-      ¿Vos te pensás que sos el único hombre en mi vida, pelotudo?
Julio no lo podía creer, hace unos minutos sentía que ella era todo lo que necesitaba para continuar su vida y de repente le nacía una sensación de odio.
-      ¡Sos una puta barata! – y con fuerza empezó a estrujarla contra la pared, sus anteriores caricias, ahora eran golpes.
-      ¡Dejáme imbécil! ¡Pará!- gritaba desesperadamente.
-      Mirá lo que me haces, me rebajo a preguntarte y no querés ¿te das cuenta?
Sus manos se fueron a su cuello y con ira comenzó a apretar…
-      Me la vas a pagar.
-   ¡Pará por favor, no puedo respirar!
Pero él apretaba cada vez más fuerte.
-      ¡Julio!
-   Te va a salir caro.

Liberó todo su enojo hasta matarla. La sostuvo un instante en sus brazos y la dejó caer al suelo. Abrió la puerta de la habitación y la voz de la gordita que le preguntaba cómo la había pasado. La música fuerte había tapado los gritos.
La miró, abrió la otra puerta y se fue.
Caminó desesperado dando pasos gigantescos por la cortada, dobló en la esquina y se echó a correr. Fueron las cuadras mas largas que había hecho en su vida. No le importaban los autos ni los semáforos, sólo quería llegar a su casa. Entró y se abalanzó anonadado sobre la cama. El corazón le latía a diez mil revoluciones, en cualquier momento se le desprendía del cuerpo.
No podía creer en lo que se había transformado.
Desde el silencio se escuchaba la sirena, era la policía, venían por él. Era el fin. Había querido complacerse con una cualquiera que lo cautivó pero ahora estaba muerta. Julio Andrada había matado a Daiana.

Cerró los ojos y sintió la piel de Daiana, el cuerpo de la chica entregado en sus manos. Andrada acariciaba el cuerpo de Daiana una vez más. ¿Pero se puede acariciar un sueño?








martes, 25 de junio de 2013

Jorge Luis Borges y su stand up

Desde que empezó a quedarse ciego, dejaron de gustarle los disfraces. Lo confundían aún más y lo enojaban. Cuenta su gran amiga Silvina Ocampo que una tarde, en casa de Victoria, ella y Nora Langhe, disfrazadas las dos, sorprendieron a Georgie paseando por los jardines, y lo asustaron. Borges se molestó, refunfuñó algo en voz baja, y siguió caminando solo hasta que se chocó con un árbol, y allí, palpando la corteza con sus manos, le dijo con la cara contra el tronco: 
-- ¿Vos también te disfrazaste? 

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Amó tanto Buenos Aires, que reconoció haber ido por el mundo diciéndole a todo el mundo que Buenos Aires era una ciudad horrible. 
Temí que se llenara de turistas. La quería sólo para mi. 

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Ésta la contaba Marco Denevi: “un amigo mío conducía del brazo por la calle a un Borges ya ciego, y a su pedido, le lee lo que dice un afiche con consignas nacionalistas: “Dios, familia y propiedad”. Borges entonces murmura: “Caramba, que tres incomodidades”. 


Su buen amigo de juventud -cofundador con él del “ultraísmo argentino”-, Guillermo de Torre, con los años, se convirtió en su cuñado. Luego el tiempo los fue distanciando, y la relación entre los dos se enfrió cada vez más. Después de Torre quedó sordo. Desde entonces, cuando le preguntaban a Borges cómo se llevaba con su cuñado, él enseguida respondía: “muy bien: yo no lo veo y él no me oye”. 

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Borges firma ejemplares en una librería del Centro. Un joven se  acerca con Ficciones y le dice: "Maestro, usted es inmortal".  Borges le contesta: "Vamos, hombre. No hay por qué ser tan pesimista". 

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Roma, 1981. Conferencia de prensa en un hotel de la Via Veneto.  Además de periodistas, están presentes Bernardo Bertolucci y  Franco María Ricci. Borges, inspirado, destila ingenio. Llega la  última pregunta. "¿A qué atribuye que todavía no le hayan  otorgado el Premio Nobel de Literatura?" 
- "A la sabiduría sueca". 

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En una entrevista, en Roma, un periodista trataba de poner en 
aprietos a Jorge Luis Borges. Como no lo lograba, finalmente 
probó con algo que le pareció más provocativo: "¿En su país 
todavía hay caníbales?" 
- "Ya no - contestó aquél -, nos los comimos a todos." 

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Pero el anecdotario borgeano -el más rico y variado de cuantas  personalidades uno recuerde- está también hecho de observaciones,  ocurrencias y comentarios de singular agudeza. En ese 
temperamento, el escritor no rehuía incluso el tener que vérselas con  temas difíciles: en plena Guerra de las Malvinas, opinó que "la  Argentina e Inglaterra parecen dos pelados peleándose por un peine" y  que "las islas habría que regalárselas a Bolivia para que tenga salida al mar". 

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Propuesta. Cuenta Héctor Yanover que durante una reunión de la  SADE sobre la situación de la literatura argentina, Córdoba  Iturburu, que la presidía, inquirió a los gritos: "¿Y qué vamos a 
hacer por nuestros jóvenes poetas?" Desde el fondo llegó otro grito, éste  de Borges: "¡Disuadirlos!" 

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En la pausa de un acto cultural, el novelista Oscar Hermes  Villordo acompañó a Borges al baño, situado en un primer piso  al que se llegaba por una empinada escalera de madera. Cuando 
volvían, Villordo notó que Borges descendía los escalones demasiado  rápido y, temiendo lo peor, le preguntó:"¿No deberíamos ir más  despacio?" "Pero no soy yo - aclaró Borges -, es Newton." 

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Borges charla con Antonio Carrizo, en un bar. Por la radio del  local se anuncia un tango con letra de León Benarós, amigo de  Borges. El locutor propone escucharlo y el escritor acepta. 
Cuando el tango termina, Carrizo le pregunta qué le pareció. Borges  mueve la cabeza y dictamina, muy preocupado: "Esto le pasa a Benarós  por juntarse con peronistas". 

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El poeta Eduardo González Lanuza, uno de los introductores del  ultraísmo en la Argentina y gran amigo de Borges, descubre a  éste en Florida y Corrientes, solo, con su bastón, esperando para  poder cruzar. Lo toca y le dice: "Borges, soy González Lanuza".  El vuelve la cabeza y, después de unos segundos, contesta: "Es probable". 

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En Maipú y Tucumán, un grupo de adictos a Isabel Perón descubre  a Borges y lo sigue unos metros, insultándolo. Al ingresar en  su casa, un periodista le pregunta cómo se siente. "Medio 
desorientado - manifiesta -. Se me acercó una mujer vociferando:  ¡Inculto! ¡Ignorante! " +

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Un joven poeta se acerca a Borges en la calle. Deja en manos  del escritor su primer libro.Borges agradece y le pregunta cuál  es el título. "Con la patria adentro", responde el joven. -"Pero qué 
incomodidad, amigo, qué incomodidad". 

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El escritor argentino Héctor Bianciotti recuerda una de las  tantas salidas elegantes de Borges, cuando le incomodaban los  halagos de la gente: Ocurre en París, en un estudio de televisión. 
-"¿Usted se da cuenta de que es uno de los grandes escritores  del siglo?", lo interrogan.  -"Es que este", evalúa Borges, "ha sido un siglo muy mediocre". 

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Una mañana de octubre de 1967, Borges está al frente de su  clase de literatura inglesa. Un estudiante entra y lo interrumpe  para anunciar la muerte del Che Guevara y la inmediata suspensión de  las clases para rendirle un homenaje . Borges contesta que el  homenaje seguramente puede esperar. Clima tenso. El estudiante  insiste: "Tiene que ser ahora y usted se va". Borges no se resigna y  grita: "No me voy nada. Y si usted es tan guapo, venga a sacarme del  escritorio". El estudiante amenaza con cortar la luz. "He tomado la  precaución", retruca Borges, "de ser ciego esperando este momento". 

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A principios de la década de los setenta, el escritor y  psicoanalista Germán García invita a la Argentina a Daniel Sibony,  matemático y psicoanalista francés. Sibony quiere conocer a Borges.  Al encontrarse, el francés le pregunta en qué idioma desea hablar.  "Hablemos en francés", propone Borges, y justifica: "Dicen que  la lengua francesa es tan perfecta que no necesita escritores. A  la inversa, dicen que el castellano es una lengua que se desespera 
de su propia debilidad y necesita producir cada tanto un Góngora, un  Quevedo, un Cervantes". 

En 1975, a los 99 años, muere Leonor Acevedo de Borges, madre  del escritor. En el velorio, una mujer da el pésame a Borges y  comenta: "Peeero... pobre Leonorcita, morirse tan poquito antes  de cumplir los 100 años. Si hubiera esperado un poquito más...".  Borges le dice: "Veo, señora, que es usted devota del sistema decimal".