Dicen que en Avellaneda, a la salida del puente Pueyrredon viniendo de Capital, hay un semáforo muy especial. Y si bien el transito por esa avenida es notablemente denso, no hay conductor que recuerde haber bajado del puente y pasado ese semáforo en luz verde. Todos han tenido que detenerse. Por más que he recorrido la avenida, he caminado algunas cuadras para llegar al siguiente semáforo para preguntarles a los automovilistas si lo han pasado en verde, nadie me ha contestado afirmativamente. Indefectiblemente parece que todos los que bajan del puente que cruza el riachuelo, lo encuentran en rojo. De nada sirve pararse al lado del semáforo en cuestión y ver los conductores pasándolos en verde. Los que lo hacen se pierden rápidamente de vista, imposible pararlos para preguntarles que sintieron.
Un viejo del lugar me contó una vez que para esto hay una explicación. Nadie recuerda haberlo pasado en verde, bajando del puente, porque los que sí lo hacen simplemente desaparecen. Por eso los únicos en contestar son los que dicen haberse detenido en rojo. Esos han salvado su vida, o al menos, aun permanecen en este mundo. Los que tuvieron la desafortunada experiencia de bajar del puente y cruzarlo en verde, entraron a un mundo paralelo, a una especie de triangulo de Avellaneda y jamás se ha sabido de ellos.
Entonces ya sabe, si en Avellaneda al bajar del puente viniendo de capital el primer semáforo esta en verde… ¡pare!
Si no lo hace, tal vez jamás sepamos de usted.
Nunca mas.
2 comentarios:
Triángulo de Avellaneda...Esos conductores desaparecidos entran en una zona donde se reproducen como conejos, por eso se densifica el tránsito y el curioso daltonismo conjetural al que te referís. Acá en Bariloche hay varios túneles de gusano que te llevan, sin costo económico, a la dimensión desconocida.
ja ja ja ja!!! 'Nunca más'. Me encantó este relato Fabián.
Un abrazo.
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