jueves, 22 de noviembre de 2007

Curso Periodistas Zona Hostil... Final.



Lo que sigue la ultima parte de mi relato de esa semana en Campo de mayo, en el curso de Periodistas en Zona Hostil dado por los Cascos Azules argentinos.
The End.


La cena era a las 20.30. Por fin comeríamos. En las habitaciones arrojamos el equipo básico que siempre llevábamos, el casco de kevlar, la mascara antigas y una mochila con lo que nosotros consideráramos necesario.
Tirados en la cama mirábamos el techo. Otras se duchaban. El insoportable fotógrafo de Cristina K. intentaba seducir a su cuarta victima, fallido nuevamente.
Y de pronto….(20:28 hs)
Tiros, luces que entraban por las ventanas, explosiones, gritos….
-¡¡¡Todos al pasillo…!!!
Salimos con lo que pudimos, los de la ducha corrieron asi, casi casi como se lo imaginan, algo pasaba. Rodilla en tierra en el pasillo nos hicieron numerar.. faltaba gente, de nuevo.... El casco y la mascara me acompañaban, ¿que podía pasar mas que el simulacro del gas? . Algo que sabiamos que en cualquier momento ocurriria. La mochila con el abrigo, el agua, las bolsas de consorcio, el cortaplumas, la dejo…
¿Para que llevarla?. Seguro que enseguida volvemos...y a cenar.
Una chica salio en ojotas, la mandaron a cambiarse. Otra de aros, taquitos y maquillada, fue apurada a perder el glamour en segundos. Una bengala amarilla deberíamos seguir. La puerta se abrió y corrimos hacia fuera en un desastre de bombas, tiros, gritos…
¡Estábamos siendo evacuados… !¿pero adonde?
Seguíamos la bengala amarilla que cortaba el humo gris de una noche que sería negra. Subimos a unos tanques que nos esperaban rugiendo motores gigantes. Las explosiones atronaban, subimos al carrier como nos enseñaron, cerramos la compuerta y partimos a una velocidad increíble. La cosa parecía bien real. Nadie hablaba, todos evaluábamos que estábamos a punto de arrepentirnos de algo.
Y entonces llegamos a un negro agujero en la noche.
Bajamos corriendo y tomamos posición. Allí se nos informó que estabamos condenados a pasar alli las horas siguientes. Había que construir un refugio, empezaba a hacer frío; hacer guardia y conseguir comida. Un delivery militar apareció sin la moto pero con una bolsa. Desde adentro nos saludaban los conejitos que habíamos despanzurrado horas antes. Y lo que es peor, la peruana, su protectora los tenia que cocinar. Montamos una guardia y entonces me di cuenta... de mi mochila.
El sueter, el cuchillo… ¡el agua! ¿Cuanto tiempo más llevaria esto?
Toda la noche me dijeron.
Con el refugio listo, la paranoia del ataque presente y dos líderes impuestos, procedimos a cocinar y comernos el conejito. Yo ni lo probé... Por eso no nos habían dado nada de comer en todo el día. El bicho en esas altura del partido y con ese pronostico, parecía un manjar.
Pasaron las horas, se movieron los pastos y se escucho un rugido… ¿un puma?...
No, los tanques…estábamos salvados. Subimos velozmente como habíamos aprendido, y en poco tiempo y varios zarandeos, llegamos al Centro, a una mesa repleta de algo que tuvimos que explicarles a los extranjeros.
¡Choripanes!.

Pero esto no es todo. Respetaré un pedido que nos hicieron. No contar todo lo que allí aconteció. Hubieron mas prácticas, más reales aun, mas difíciles. Unas que revolvieron historias pasadas en algunos y reavivaron temores en otros. Pero todo esto es necesario. Al salir de allí ya no solo sabremos como movernos en una zona de guerra, sino también en una manifestación urbana, podremos protegernos de disparos, sabremos como controlarnos, seremos mas útiles y seguramente mejores profesionales.

La incertidumbre fue la reina de esos días, el no saber, el esperar lo inesperado. Por eso no comentaré nada mas. Para los próximos que aspiren a hacerlo, que no se detengan, que insistan y que sepan que esos días de convivencia con tantos colegas no solo nos dejó una experiencia de vida inagotable, sino que también nos permitirá cuidar esa vida mejor en el ejercicio de nuestra profesión.
Quisiera agradecer a todo el personal de Caecopaz por esta oportunidad y especialmente al Mayor Javier Suasnabar. Y a Barinoticias, multimedio de Bariloche, por darme el apoyo que necesitaba.
Todo lo que les conté inténtelo, pero no en sus casas.

El año que viene, en Campo de Mayo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Espero que nadie lo intente en sus casas, ya que con el entusiasmo que has contado todo..puede que a varios les dé ganas de imitarte.jajaja
Seguí tu relato y lo disfruté, así que imagino cómo lo habrás hecho vos!
Te dejo mi abrazo.
Nos seguimos visitando.