miércoles, 13 de febrero de 2008

Mi Carta de Lectores en Clarin. Hoy

Por estos días estamos atravesando la temporada en donde cruceros de lujo llegan a Buenos Aires. El puerto es un caos de desorganización y contribuye aun más a esto el accionar de una conocida fauna depredadora de turistas: los taxis. Si uno baja de un barco y necesita un taxi allí, no se va a ir caminando con la valija, debe tomar uno de estos prepotentes servicios que ya no usan el reloj para cobrar. El pago mínimo es de 10 dólares. Es decir que si uno va a plaza San Martin, debera pagar $ 31,5. Lo cual es un robo y naturalmente, no lo que diría el reloj. Y de allí los precios, exigidos de antemano, suben sin parar. Hasta tienen una tablita para hacer más uniforme el saqueo.¿Nadie puede controlar esto? ¿No es obligación acaso el cobro del servicio con el uso del reloj? Lindo recibimiento al turismo que nos visita.
Fabian Signato

http://www.clarin.com/suplementos/cartas/2008/02/13/CartasAlPais.htm#1533464

3 comentarios:

ItoCuaz dijo...

Como turista que fui del "Buenos Aires querido" no puedo quejarme de los taxis... si conocieran los de acá.

Un saludo!!!

Anónimo dijo...

caos, desorganización, lujo en el medio...Ese cóctel dará mucho que hablar en Bariloche, cuando chayenne, o como se escriba, cante en un cerro que no sé si se bancará tanta gente, en una ciudad que no tiene ambulancias ni para contener moderadamente la demanda de la mitad de sus habitantes, con una policía colapsada. Lo demás lo dejo para cuando los hechos sobrepasen la onanista capacidad de organización del evento que tiene por protagonista al cantante en cuestión.
juan pablo melizza
(aguanten las baladas del maestro leonard cohen)

Patricia "La Gata Flora" dijo...

Mi querido Fabián,
¿Todavía no te acostumbraste a vivir en Argentina? En el noticiero te muestran los disparatados precios de la costa para los pobres infelices que, después de trabajar todo el año, venden las joyas de la abuela para pagar un abusivo alquiler de un mísero depto de un ambiente. Si nos estafamos entre nosotros, ¿qué prurito puede haber de estafar a alguien que probablemente nunca vuelva?