sábado, 2 de julio de 2016

Una tumba en la nada.

Cuando nos enfrentamos a la muerte de un ser querido, creer que ira a un lugar mejor, siempre nos da cierto alivio.
Que estará allí, donde sea que vaya, esperándonos para cuando nosotros hagamos el mismo viaje. 
Eso mitigara su ausencia, nos dará un poco de paz.
Muchas veces rogamos un minuto mas con ellos, creemos que están observándonos, cuidándonos, que se fueron de gira, que estan en una estrella..cerca..siempre cerca.
Pero si algo nos falto decirles, algo nos falto reconocer, queremos una oportunidad de decírselos..
Y entonces esperamos el encuentro. Uno en un portal de luz, o tal vez en un bosque, allí estarán todos los que se fueron antes...igualitos a como los recordamos...
Y eso habla de nuestra creencia de una vida mas allá. Distinta, quizás a la conocida.
Tal vez estas sean nuestras maneras de soportar la única certeza con la que venimos a la vida. 
La que dice que algún día nos tendremos que ir de ella.
Pero como seria nuestra vida si tuviéramos otra certeza tal vez mayor, mas cruel, mas increíble. 
Una que va en contra de todo lo aprendido.
Una que hace añicos nuestras creencias.
Si supiéramos realmente que mas allá no hay nada.
Que nadie nos espera, que nadie nos recibirá, que jamas habrá un encuentro. 
Que una vez que se mueren ya jamas habrá posibilidades de decirles algo.
Nada.
 Solo un cuerpo deshaciéndose en su tumba.
Podríamos seguir con nuestra vida?
Seriamos tal vez mas cuidadosos con ella?
Podríamos sobrevivir a la idea de que los que se van, se van para siempre?
Que no habrá encuentro, ni luz, ni túnel, ni nada?

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