sábado, 15 de noviembre de 2008

"El derecho a morir no existe" dice el vaticano


Llegamos a la vida sin poder decidir nada. Lleno de incertidumbres que los tiempos aclararan pero con una sola certeza.
Así como llegamos, nos iremos. La muerte, episodio inevitable de nuestra existencia nos vuelve necios, en verdad. O, vistos con humana comprensión, bastante ignorantes. Crecidos en esta cultura negadora de la muerte, poco sabemos acerca del proceso del morir. Ni tampoco parece interesarnos. A cualquier tema que refleje esta situación, rápidamente contestaremos “cruz diablo” y creeremos que de esa manera alejaremos lo inevitable. Hasta soñar con la muerte de alguien cercano puede darnos miedo y por ello eso de ...”le alargaste la vida…”

Sí, somos ignorantes. ¿Pero que pasa cuando alguien querido llega a una situación así? Lo internamos en clínicas de alta tecnología, le hacemos tomografías, ecografías y análisis, lo enchufamos a diversos aparatos, le metemos tubitos y lo abrimos en cuatro. Cualquier cosa con tal de que no se muera." Pero, se muere, claro. Solo, en la sala de terapia intensiva...
Será por eso que en los escritos de esta época, las generaciones futuras no podrán leer algo así como "Sus últimas palabras fueron..." No hay nadie allí para escucharlas.
(Dr. Hugo Dopaso)
La medicina actual ve como un fracaso la muerte. Parecería que no reparan en que es una situación lógica. La única certeza. No todos los médicos están preparados para atender enfermos terminales. Y mucho menos los familiares. Los alcances de la muerte digna también deberían contemplar la preparación de profesionales y estos a familiares que hagan mas piadosa la partida de un familiar.

Un caso nos cuenta sobre un paciente terminal. El quería morirse. Pero cada vez que aparecía alguna complicación de salud, ahí estaban la familia y la ciencia médica peleando contra su muerte. En un momento dado, mientras la hija le daba un antibiótico, él le preguntó:” ¿Para qué, hija...? ” Y ella le respondió:”No te vamos a dejar morir”.

Yo digo: A ver, ¿por qué no? ¿Por qué interferir hasta último momento, por qué no dejar morir en paz? Este hombre había culminado su vida y ya no tenía ningún interés en permanecer en este mundo en las condiciones en que se encontraba. Porque ya no disfrutaba ni de su capacidad, ni de su inteligencia, ni de sus vínculos afectivos. El se sentía permanentemente humillado en esa situación donde ni siquiera se autoabastecía para sus mínimas necesidades. Este hombre necesitaba irse; estaba preparado y deseoso de dejar este mundo. Y no tenía caso prolongar una existencia que, para él, era penosa e indigna.
Y allí volvemos otra vez con la palabrita…dignidad, que algunos prefieren cambiar por “deleznable”
Tal vez por ese miedo a lo inevitable, tal vez por ignorancia.
Reflexionar para morir suele ser un alivio. Cuantas veces nos encontramos con aquel familiar, del cual ya sabemos que su vida llega a su fin. Él nos dirá con esa intuición que los caracteriza…
Me voy a morir…”
Se lo dirá a algún amigo, a algún familiar…y nosotros rápidamente le contestaremos alguna mentira que creeremos piadosa…
No, si estas fuerte como un toro, mañana te vas a sentir mejor….
Que logramos con eso, ¿contenerlo, motivarlo? Y… tal vez no. Porque esa persona, que ya sabe cual será su destino querrá en sus ultimas horas hablar, buscar una real contención, tal vez arreglar sus asuntos personales, decir lo que nunca dijo o sus ultimas palabras. Pero ante respuestas como las que damos evitamos abordar el tema y poco hacemos para ayudarlo realmente.
Entonces el enfermo, en su último esfuerzo se prohíbe hablar para no entristecer a sus parientes. Y es él el que necesita nuestra ayuda.
Sería largo continuar con estas reflexiones. La muerte digna, correcta, con la aprobación del paciente, los médicos y con métodos piadosos y no cruentos traerá paz no solo al sufriente sino también a sus propios familiares. Pero lo que es más importante, pondrá fin a un dolor que solo el que lo sufre sabe de qué se trata.
Nadie mas.

4 comentarios:

MaxD dijo...

A veces son los familiares los que quieren aliviar su sufrimiento y sus culpas intentando evitar la muerte del que se va. A mí me tocó vivir la enfermedad terminal de mi viejo. Por suerte no tuvimos falsas esperanzas (ningún médico nos la dio, los libros decían claramente que no se podía hacer nada) y cuando se fue estábamos nosotros ahí, en su casa. Yo no vivía con él, así que de puro culo estaba esa noche, pero estaba, fue muy importante para mí y espero que para él haya sido un pequeño alivio no estar solo. Lo extraño y me hubiera gustado poder prolongarle la vida, pero eso no estuvo a mi alcance, y hacerlo a costa de su dolor hubiera sido cruel.

Anónimo dijo...

es una cuestion natural del ser humano que si estaria bueno cambiar, evolucionar. con esto hablo del egoismo. este es la base de la vida de cada uno en el planeta. amamos a una persona o amamos estar enamorados?, donamos por el otro o por q esto nos hace sentir bien a nosotros? lloramos una muerte por lo q sufrio el difunto o por q no LO VAMOS A VER MAS?
esto sucede, pero no quiere decir que estemos destinados a ser siempre asi. yo, por ejemplo, la voy a amar a ella.

Patricia "La Gata Flora" dijo...

Tal vez la vista de la huesuda dos veces en estos últimos cinco años sea la culpable de mi cambio de idea con respecto a la muerte.
Creo que el error fundamental es no poder tomarla como parte de la vida. Y considero que hay cosas peores.
Hace poco ví un programa televisivo donde "salvaban" la vida de un nene de 8 años que había sufrido un accidente. Estaban todos muy felices que el nene pasara cuadripléjico el resto de sus días. Pero eso sí: vivo.
Por otro lado, pienso que mucha gente es incapaz de pensar qué le está pasando al otro. Es algo así como "no me importa que sufras. Lo que me importa es que sigas conmigo y/o tener la conciencia tranquila de haber hecho todo lo que estuvo a mi alcance".
Cuando mi abuela de 93 años se descompensó y nosotros no quisimos dejarla sola en la sala de terapia intensiva nos hicieron firmar un papel en el que nos hacíamos responsables de su salud. Eso sin tener en cuenta la cara de los médicos que nos trataron como si fuésemos los hijos de puta más grandes del planeta.
Y se murió, nomás, pocos días después. Rodeada de sus hijos, nietos y bisnietos. Se despidió de todos. Y aunque lo sentí mucho, fue lo mejor que pudimos hacer por ella.
En lo personal, ya mi familia está avisada que NO QUIERO que hagan todo lo posible por salvarme. Prefiero morir antes, pero con dignidad.
Además, después de todo, ¡no tengo ningún interés de ponerme vieja!

dulce dijo...

Hola querídisimo Fabián.Te agradezco no olvidarme. Intento volver de lugares inexistentes. Y leer, razonar compartir pensamientos como el tuyo. Me recuerdan que hay que seguir. Siempre seguir.
Este tema me conmueve bastante y lo sabes. Tenemos derecho a decidir sobre la vida, sobre todo la nuestra, cuando lo es todo, menos vida. Esa es una decisión, no de cobardía sino de amor. Te dejo un beso y un abrazo muy grande.